The story being told in ‘Star Wars’ is a classic one. Every few hundred years, the story is retold because we have a tendency to do the same things over and over again. Power corrupts, and when you’re in charge, you start doing things that you think are right, but they’re actually not.
(trad. La historia contada en «Star Wars» es un clásico. Cada cientos de años, la historia se vuelve a contar porque tenemos esta tendencia a hacer las mismas cosas una y otra vez. El poder corrompe, y cuando estas a cargo, empiezas a hacer cosas que crees que son correctas, cuando en realidad no lo son.)
En un país no muy lejano, la empresa de entretenimiento más grande del imperio americano, Disney, adquirió los derechos de Lucas Films. Nadie anticiparía el giro que tendría para la cultura americana en los siguientes años. Si, Disney le entregó un enorme cheque a George Lucas por 4,000 millones de dólares para que pudiera exprimir hasta la última gota de todo lo que tuviera que ver con la franquicia. Esto incluye la venta de juguetes, licencias de imágenes en productos alimenticios, ropa, videojuegos, cómics y libros. Una vez cerrado el contrato, la empresa de Mickey Mouse se puso manos a la obra. En 2015 lanzó la primer película que continuaría la saga que se terminó en los ochenta. El episodio VII concluiría la historia que se ha venido formado durante décadas. El nuevo dueño apostaba sus ganancias a las estadísticas.
Durante tres décadas se habían formado legiones apasionadas de Star Wars y cuyo consumo estaba asegurado. Para la empresa del ratón animado, el dinero estaba asegurado. La oferta hecha a George Lucas era irresistible y en cuanto firmó la venta se asignó una encargada de la división: Kathleeen Keenedy. Una mujer con un largo trayecto en la realización de películas de ciencia ficción con dos directores de enorme importancia en Hollywood: Steven Spielberg y el mismísimo George Lucas. Se estima que esta mujer ha logrado recaudar alrededor de 5 mil millones de dólares en ganancias. Motivo por el cuál Disney la dejó a cargo de su nueva división y la próxima trilogía que definiría un final absoluto para la historia principal de George Lucas: La saga de los Skywalkers.
En este post nos adentraremos en las profundidades más recónditas de la cultura popular para desengranar la actual guerra de las culturas utilizando a uno de los íconos más populares de la ciencia ficción y cómo la saga se ha ido cayendo a pedazos al igual que la mitología moderna se deconstruye a si misma.
Inicios
En el año 2015 se estrenó la primera película producida por los nuevos dueños: Star Wars Episodio VII «El Despertar de la Fuerza». Una película que atrajo una gran cantidad de personas, tanto jóvenes como Millennials tardíos que crecieron con la saga. La fuerza de la nostalgia y los seguidores de hueso colorado lograron recaudar a nivel mundial la increíble suma de $2,068,223,624 dólares. Para Disney esto significó una señal de que su compra había sido la apuesta correcta. Aunque meses después de que la euforia se desatara empezaron a surgir análisis más profundos (y criticas) de la película. Aunque todos los personajes eran nuevos, la trama en esencia era exactamente la misma que la del episodio IV «Una Nueva Esperanza».
Solo que en esta ocasión la Estrella de la Muerte es más grande y puede destruir varios planetas al mismo tiempo y en lugar de presenciar la muerte de Obi Wan Kenobi vemos a Han Solo morir en manos de su propio hijo. El director J.J Abrams pensó en recurrir a una fórmula ya conocida para segurar el éxito del filme. Disney ya estaba listo para lanzar un nuevo filme cada final de año, en diciembre. una de las mejores temporadas para lanzar películas. La expectativa aún continúo alta en los siguientes años.
Para el año 2016, Disney tuvo el tino de lanzar una película fuera de la saga original con una historia propia y bien escrita. Rogue One: A Star Wars Story fue muy bien recibida por el público y mantuvo a la gente yendo al cine. La empresa parecía ver un retorno rápido de su inversión y una verdadera mina de oro. Todo hasta que se empezó a rodar la continuación de la trilogía y la directora de Lucas Films empezó a mostrar problemas de «incompatibilidad de visiones» con los directores. The Last Jedi fue nombrada como el episodio VIII de una de las sagas más largas del cine. La mayor diferencia entre la segunda entrega y la primera fue la dirección, el episodio VII fue dirigida por J. J Abrams mientras que la segunda se puso a cargo de Rian Johnson.
Y es aquí en donde vemos la formación de un cisma profundo entre los seguidores de la saga y los nuevos fans que Disney esperaba captar mediante sus propios personajes. Rian pensó en replantear la saga y sus personajes mediante un giro en la trama. Luke Skywalker habría fracasado en su búsqueda de la paz y la restauración de la Galaxia. La restauración de la orden Jedi de propia mano fue un proyecto fallido con la «traición» de Kylo Ren que el mismo Luke vislumbró con sus poderes jedi. Luke entonces optó por asesinar a su sobrino en lugar de corregir su destino. El resultado fue la destrucción de la academia y el auto exilio de Luke para siempre.
En las primeras semanas del estreno las críticas empezaron a llover. Aunque la película seguía intentando conservar los elementos de las entregas pasadas, utilizando a los personajes más queridos por los fans para que pasaran la batuta a los nuevos protagonistas. Sin embargo, ninguno de estos personajes había causado admiración o interés por parte del público. Rey ya había sido acusada de ser un personaje unidimensional con un arco poco claro.
A diferencia de Luke, ella había nacido con los poderes desarrollados de la Fuerza dentro de ella. Tan solo en la primera entrega había podido controlar la mente de otras personas y había logrado tener una batalla de espadas láser con el líder de la resistencia imperial sin gran dificultad. Rian Johnson acentúa más el problema convirtiendo al héroe de la primera saga en un viejo pusilánime con nulo interés en los demás que prefiere vivir en una isla recóndita y vivir de la leche de monstruos alienígenas. Esto causó un disgusto bastante particular del actor que dio vida a Luke en el pasado: Mark Hamill.
Mark Hamill y la primeras críticas
Durante la pre-producción hubo críticas directas de Hamill al guion. La principal preocupación del actor es la idea que él tenía de un personaje que interpretó en su juventud, no la veía reflejada en la nueva película. Hamill le dijo directamente a Johnson «Ese no es mi Luke Skywalker». La visión del personaje por parte del actor siempre fue la de un héroe arquetípico. Alguien que se había sobrepuesto a la adversidad y una terrible historia familiar para vencer al lado oscuro y revivir el legado de los jedi.
‘Jedis don’t give up.’ I mean, even if he had a problem, he would maybe take a year to try and regroup, but if he made a mistake he would try and right that wrong, so right there, we had a fundamental difference, but, it’s not my story anymore,” (trad. Los Jedis no se rinden. Quiero decir, si él -refiriendose a Luke- tuviera un problema, tal vez tomaría un año e intentaría reagruparse, pero si cometiera un error intentaría enmendar ese error, justo ahí, tenemos una diferencial fundamental, pero, ya dejó de ser mi historia)»
Mark Hamill sobre la película The Last Jedi
La importancia de Hamill para los fans fue suficiente para que coincidieran con el mismo punto de vista del actor. Las sospechas sobre los líderes de Lucas Films empezaron a crear más controversia y discusión en internet. Meses después de la venta de Star Wars, George Lucas les dio sugerencias sobre las historias que podían ser contadas por los nuevos dueños, estos descartaron casi todos y decidieron crear sus propias historias. La «Rebelión» por parte de los más viejos fans empezó a adquirir un nombre «Fandom Menace» (La amenaza de los fans) haciendo un juego de palabras respecto a la primera película correspondiente a la precuela creada por George Lucas. Este cisma se ha ido intensificando cada día más debido a que hoy por hoy existen evidencias sobre la existencia de una verdadera guerra cultural dentro de Disney. Vayamos por partes.
Kathleen Kennedy y el «plan» de Disney
Circula en la web una foto tomada a un pizarrón blanco dentro de las oficinas de Lucas Films en dónde se puede apreciar una reunión con los creativos y una lluvia de ideas sobre lo que debe contener los nuevos lanzamientos de la costosa franquicia. Al mando, Kathleen Kennedy, quien se forjó un espacio en la industria cultural trabajando de la mano de Steven Spielberg y George Lucas, hoy en día, es una de las mujeres más poderosas de Hollywood. En el año 2012, cuando George Lucas estaba en pláticas para vender su empresa a Disney, Kathleen menciona en una entrevista que su principal tarea en la dirección de Lucas Films bajo su mando era la conservación de los personajes y las estructuras de guion establecidas por el autor. Kathleen lo dijo frente Lucas.
Sin embargo años más tarde era visible que esto no sería así. La máxima autoridad de Disney se empezó a ver como un líder dictatorial que buscaba crear su propio Star Wars bajo los lineamientos ideológicos que ella percibía como adecuados. Intentar «conservar» la esencia las formas esenciales en que Star Wars es contada sería atentar contra lo que ella intenta combatir. En la imagen superior pueden verse algunas de las ideas que fueron planteadas por el séquito de K.K cuyo lineamiento ideológico concordaba con la máxima ejecutiva. Se leen ideas como «diversidad», no ser «pro-guerra», eliminar la idea de «personajes principales», «cazadores de reliquias», «representación de diversidad».
Lo único que brilla por su ausencia en ese pizarrón es un plan coherente para el desarrollo de su trilogía. Problema que la arrastraría hacia la animaversión del público.
Star Wars: La fuerza es femenina
Una de las primeras pistas de lo que sería el futuro de la franquicia es la exhibición del slogan de Kennedy en una playera durante un evento público. Era una forma de transmitir la intención de Kennedy por modificar la visión original de Star Wars y crear una nueva mitología acorde a la ideología contemporánea. Para Kennedy era la oportunidad perfecta para modificar la estructura monomítica del héroe masculino y la centralidad del mismo en el mito.
Sin embargo, detrás de este plan de Kennedy por reformar la mitología americana había un enorme grupo de aficionados que vigilaban muy de cerca las acciones de la presidenta de Disney. Fans qué ella misma desdeño particularmente por ser – de acuerdo con ella – un grupo masculino.
«I have a responsibility to the company that I work with. I don’t feel that I have a responsibility to cater in some way. I would never just seize on saying, ‘Well, this is a franchise that’s appealed primarily to men for many, many years, and therefore I owe men something.'» (Tengo una responsabilidad con la compañía en la que trabajo. No siento que tengo la responsabilidad de proveer en alguna forma. Nunca me pondría a decir «Bueno, esta es una franquicia que le ha gustado a hombres por muchos muchos años y, por lo tanto le debo algo a ellos)
Kathleen Kennedy
K. K ha actuado más como una secuestradora. Lejos de continuar un legado ha aprovechado su posición para modificar la percepción del mito moderno en uno más acorde con la agenda de un partido político. Analicemos de forma más profunda lo que pareciera una simple confrontación cultural y política dentro de altas esferas de Hollywood. Veamos que hay detrás de las acciones de una de las mujeres más poderosas de la industria del entretenimiento y el zeitgeist actual.
Theodor Adorno y la industria cultural
Star Wars es parte de la industria cultural. Fue financiado con el objetivo principal de hacer dinero. Pero en el camino se volvió parte de la cultura popular y una obra de arte. La historia de la guerra de las galaxias es la historia de la humanidad. En ella vemos reminiscencias de Roma y su transición hacia el imperio. Star Wars también es parte varías generaciones que crecieron bajo su influencia e inspiración. Para los filósofos del siglo XX esto no es ninguna novedad. Cuando Theodor Adorno y Max Horkheimer huyeron de la Alemania Nazi para refugiarse en Estados Unidos se dieron cuenta que en Estados Unidos también operaban aparatos ideológicos más sutiles que los de su país natal. Dedicaron parte de su tiempo allá en estudiar cómo funcionan estos aparatos y cómo la industria cultural moldea una forma predeterminada de pensar. Una idea que ya había sido planteada por Gramsci.
La hegemonía cultural, plantea el autor, permea todas las capas estructurales de la sociedad. Así que era natural que se pensara que los medios masivos de comunicación sirvieran para este propósito. El cine ha servido como arma propagandística desde sus inicios. Hay casos tan obvios como la Alemania Nazi pero también hay ejemplos más difíciles de observar como el cine americano o el cine chino. Se le ha llegado a llamar incluso el «poder suave» ya que gobierna las mentes de sus espectadores sin el sometimiento sino más bien, la imposición cultural.
Estas fuerzas ideológicas expuestas en la cinematografía durante la Guerra Fría tuvieron un claro ganador. El capitalismo triunfó en todos los ámbitos culturales, políticos y sociales en los años posteriores a la caída del muro de Berlín y el fin de la URSS. El triunfo, sin embargo, de su acérrimo enemigo ideológico, la ideología marxista (y todas las corrientes de izquierda) dominaron por completo las aulas universitarias a nivel mundial. Y es que el pensamiento de izquierda tiene su mayor fuente de poder en la crítica. Los movimientos del 68 y todas las protestas contra el sistema surgieron en las universidades. La gran mayoría de los intelectuales del siglo XX también son afines al pensamiento crítico de izquierda. Y esto incluye sin lugar a dudas a Estados Unidos.
Las tres generaciones que hoy dominan el campo laboral están educadas bajo un pensamiento político de la izquierda. El espectro de pensamiento es muy variado entre sí y hay aspectos académicos que se enfocan solo en la perspectiva crítica. Sin embargo, también hay corrientes de pensamiento político cuya principal característica es pasar del pensamiento a la acción. Ya sea mediante protestas o la reforma cultural. Y es aquí donde empieza la relación de Kathleen Kennedy con el progresismo americano.
(ojo: con esto no se justifica la existencia del concepto englobante de marxismo cultural que proponen políticos de derecha o pensadores como Jordan Peterson. Es posible que la idea devenga de forma natural en la cultura por la forma en que se desarrollo en la universidad y los puestos de poder en América)
Gramsci, Hollywood y la política de identidades
Si el aparato estructural ideológico dominante fue en algún momento de las corrientes de derecha, hoy en día sucede todo lo contrario. Las grandes empresas estadounidenses están llevadas de la mano de gente con gente que concuerda que las ideas que son definidas en el pensamiento político estadounidense como «progresistas» en las que se plantean diversas posturas que definen a ciertos sectores de la población como minorías que se han visto bajo constante opresión de otro grupo. Estos grupos opresores pueden ser preferencias sexuales, personas de un cierto color de piel o personas de clases sociales privilegiadas.
Aunque bajo una perspectiva de izquierda clásica, estas grandes corporaciones americanas son los grandes representantes del sistema capitalista, sus dirigentes actuales dirigen sus empresas bajo la idea de hacer reformas a la forma de pensar de la sociedad. Especialmente aquellas que deriven del pensamiento «conservador» o de «derecha». Es por eso que hoy en día, una persona como Kathleen Kennedy puede jactarse de practicar capitalismo con una mano mientras que con la otra afirma defender las causas de las minorías oprimidas y fomentar el cambio de mentalidad al mismo tiempo. El poder hegemónico cultural de la izquierda progresista ya es una realidad.
Esto no es algo que sucedió de forma espontánea. Se fue construyendo lentamente dentro de las universidades anglosajonas, lugares en donde el profesorado es mayoritariamente partidiario de progesismo americano y algunas ideas de la izquierda clásica. Gramsci es uno de esos autores que explican la realidad actual. En sus Cuadernos de la Cárcel el autor rompe con la idea teleológica del determinismo económico propio del marxismo clásico y propone una aproximación desde lo cultural y espiritual. Para Gramsci, el capitalismo tiene un arraigo cultural profundo que debe ser extraído mediante el cambio de cultura burguesa a una cultura «proletaria». Gramsci se refiere de manera más directa al papel político de la cultura, que es la verdadera fabricante de la hegemonía, del despliegue de la «guerra de posición» y de la
formación del consenso.
La conquista del poder cultural es previa a la del poder político y esto se logra mediante la acción concertada de los intelectuales llamados orgánicos infiltrados en todos los medios de comunicación, expresión y universitarios
Antonio Gramsci
Esta idea es secuestrada en la cultura política americana de izquierda. Para una feminista como Kathleen Kennedy, la única forma de modificar la figura del héroe blanco masculino es destruir su protagonismo, emascularlo y sustituirlo por una figura femenina. Bajo esta hipótesis, la sociedad heteropatriarcal desaparecerá.
Arte no, política sí
No podemos negar que existe una intención de los países del mundo por convertir a la mayor cantidad de personas a su forma de pensar. Mientras que los nazis quisieron ganar adeptos y controlar a su población, los americanos quieren llevar el American Way of Life a todos los rincones del mundo.
Y hoy en día esa forma de pensar americana conlleva una forma muy específica de moral progresista. A pesar de esto, el cine no es solo un instrumento político, es una forma de arte. Y la forma en que se escribe y produce se basa regularmente en la creación artística. Por supuesto, hay cine comercial cuyo principal interés es el beneficio económico, pero ambos aspectos no son mutuamente excluyentes.
Es así como el cine americano se ha convertido en un cine que se antoja universal y parte de premisas que involucran a la modernidad como tal. Las historias se fusionan con otras formas de pensar, se mezclan y generan un público. Aunque retratan gran parte de la vida norteamericana, también son críticos de la misma. Los grandes clásicos del cine exploran todos estos temas juntos, tal cual la vida se arroja con cientos de elementos culturales a la vez.
Pongamos un ejemplo, Karate Kid. La historia de un adolescente que se muda a una nueva ciudad en la que se siente inseguro. En sus intentos por encajar se ve a sí mismo emasculado por alguien más. Siendo hijo de madre soltera, Daniel (el personaje principal) no encuentra una figura paterna a la cual solicitar ayuda. Cuando se encuentra con el señor Miyagi, un hombre solitario quien perdió su familia durante la segunda guerra mundial, Daniel encuentra una guía que le ayuda a superar sus obstáculos y vencerse a sí mismo.
Para los críticos y analistas del cine contemporáneo podemos ver muchas capas dentro de esta historia. Puede observarse, por ejemplo, cómo el cine de los ochenta observaba al oriente con aire de misticismo reflejado en el cliché. Otro crítico moderno verá la segregación femenina en la práctica del karate y cómo su papel es relegado a ser un soporte para el personaje principal. Y una mente más verá que existe la posibilidad que el villano sea un héroe disfrazado. Todas estas lecturas pueden observarse hoy en día en la red.
Dentro de la torcida visión del mundo de gran parte de la sociedad progresista americana existe una guerra indirecta contra todo aquello que suponga la existencia de un hetero-patriarcado dominante. Aunque hace unas décadas, esto solo se discutía en los círculos feministas, la revolución feminista moderna es ya un tema mainstream pretende deconstruir todo elemento cultural que parezca tener una conexión con la idea del patriarcado o centralidad masculina. Esto incluye elementos culturales modernos como el cine, la literatura y la televisión. Cuando Kathleen Kennedy anuncia que la «fuerza» en Star Wars es femenina, está afirmando que buscará cambiar el paradigma.
Está afirmando que acabará con los elementos masculinos centrales de la historia. Luke es el representante principal, ya que en la saga original, el es el salvador de la galaxia. Es por eso que la nueva protagonista de la trilogía tenía que ser una mujer y robar todos los elementos de poder que tuvieran sus herederos. Rey nacería con la fuerza y el carácter necesario para enfrentar a cualquiera que se le opusiera. En términos de la industria, Rey sería una Mary Sue.
Un caso reciente y bastante obvio fue la última película de «Terminator: Dark Fate». John Connor, el personaje esencial en la historia por ser el líder del grupo rebelde humano contra los robots es asesinado en los primeros minutos de la película y su rol es sustituido por el de una mujer latina. En Star Wars, el personaje de Luke es humillado y convertido a un viejo ermitaño sin ningún deseo de seguir luchando y cuya herencia al ser el último de los jedis es tirado a la basura. El director Rian Johnson buscó destruir la visión clásica que tenía el personaje y restarle importancia en toda la saga. El problema fue que los fans y el mismo Mark Hamill no se quedaron callados.
El cisma y la rebelión de los fans
Después de la segunda entrega de la trilogía de Disney, Star Wars generó un cisma de fanáticos. Por una parte los defensores de la saga, quienes se cuentan principalmente a los productores y directores de las películas y los normies (hablaremos del tema más adelante) Rian Johnsson, intentó modificar el código genético de la saga al eliminar el linaje de los protagonistas como rasgo esencial de su poder. Así Rey, el nuevo protagonista de la nueva saga parece dar indicios de no pertenecer a ningún linaje en específico, al menos hasta la última película. También sugieren algunos analistas que el director quiso borrar la eterna lucha entre la oscuridad y la luz que era tan evidente en la trilogía tradicional. Los dos personajes principales y antagónicos parecen poseer rasgos tanto oscuros como luminosos.
La falta de planeación de la trilogía, el cambio constante en los guiones y las discrepancias entre K. K y los directores fueron evidentes para los fans. El episodio VII puede verse como una copia del episodio IV, el episodio VIII como un intento por eliminar a los personajes principales de la saga y el último episodio como una necesidad de crear un tercer filme que «cerrara» la trilogía que tiene más 30 años de existencia. Youtube se colocó como la plataforma por la cuál los fans mostraron su molestia por las decisiones de Disney y la directora de Lucas Films.
El cisma de Star Wars provocó una rebelión abierta y directa contra la compañía del ratón. Cientos de canales y blog post surgieron para generar un «frente de lucha» para defender lo que los «verdaderos fans» consideran un legado de la cultura pop norteamericana. Durante años estos grupos apodados «Fandom Menace» han denunciado lo que consideran traición a la fábula moderna y el uso de elementos icónicos de la mitología moderna para usos ideológicos y propagandísticos de la directora en turno.
La fuerza de esta crítica hizo que los rumores sobre la catástrofe el último episodio de la trilogía fueran dispersados por toda la web. El director J.J Abrams habría salido a «salvar» lo hecho por Rian Johnson. Resucitó a un enemigo de las sagas anteriores sin ninguna explicación o indicio en las sagas anteriores y relacionó sanguíneamente a la protagonista principal, rompiendo con la idea de Johnson de eliminar los linajes como fuentes de poder.
Estos cambios en las nuevas trilogías han provocado que haya una «crisis de identidad» de la franquicia. Kat Rosenfield escribió un pequeño ensayo sobre las incoherencias y anacronismos expuestos en las películas creadas por Disney. Después de 30 años, la última batalla liderada por Luke Skywalker pareciera que no sirvió de absolutamente nada. La lucha de la «Resistencia» por llevar la democracia a todo el universo pareciera que no está llegando a buen puerto. George Lucas declaró en los 70’s que se inspiró en la Guerra de Vietnam, las películas de samuráis y los westerns de la época. Pero también se inspiró en los líderes tiránicos que se habían formado en el siglo XX.
Ahora, 30 años después, el imperio americano se ha dado cuenta que «llevar la democracia» a otras naciones no es tan sencillo como parece. La «Primera Orden», parece ser un ejército mejor financiado y con reglas más claras que los grupos rebeldes. A pesar de que estos últimos ganaron la guerra, su falta de orden y operación como grupo de poder brilla por su ausencia.
Las guerras, dice Kat, también parecieran haber olvidado las innovaciones que conllevan con el tiempo. En The Last Jedi, la secuencia inicial inicia con un bombardeo a una de las naves de primera orden. Una aparente misión suicida que hoy en día suena anticuado. Los drones y los aviones no piloteados de hoy en día parecieran ser la norma de este tipo de ataques pero en Star Wars se aferran a arriesgar la vida de sus rebeldes. Kat también señala los ambientes políticos en que fueron lanzadas estas películas. «El Despertar de la Fuerza» fue lanzada en vísperas de las elecciones presidenciales, cuando muchos auguraban el triunfo de Hillary Clinton en las elecciones. Una época en la que el debate y la división social empezaba a ser evidente.
Los que apoyaban a los demócratas pensaban que estaban luchando contra un futuro dictador egomaníaco. Los republicanos, por el contrario, veían en Trump un líder fuerte y fuera del establisment político de cuál estaban hartos. Los «Rebeldes» de Star Wars ya se estaban haciendo ver mediante protestas en línea, extensos artículos sobre los líderes de la franquicia creada por Lucas y cómo la «política de identidad» estaba permeando en su amada historia.
La Guerra Civil en Lucas Films
Cuando Kevin Feige y Jon Favreau lanzaron The Mandalorian los fans de hueso colorado empezaron a mostrar su completo apoyo al proyecto. Para ellos, la serie realmente retrataba lo que era Star Wars. Con la revelación de un «Baby Yoda» la gente generó una gran cantidad de fans, nuevos y viejos. Esto pegó fuerte en la facción de la líder de Lucas Films, K. K. Las críticas del séquito en pro de lo propuesto por K.K en Twitter fijaron su atención en la serie tipo western de Star Wars. «No habían suficientes grupos étnicos representados», «Las protagonistas femeninas estaban ausentes» y había un miedo por que el personaje principal de toda la saga fuera reivindicado por Favreau en el último episodio de la segunda temporada.
Meses más tarde, una de las protagonistas de la serie Gina Carano, sería despedida de forma súbita por K.K por presentar «valores contrarios» a lo que representaba la empresa del ratón. Aunque era bien sabido que Gina daba su apoyo al gobierno de Trump y que su personaje callaba las críticas iniciales de la falta de personajes «femeninos fuertes» en la serie. Este evento hizo evidente la fuerte tensión que se vivía dentro de la empresa.
Algunos de los que trabajaban dentro de Lucas Films empezaban a filtrar datos respecto a lo que sucedía internamente. Eran los espías del «Phantom Menace» rolando rumores a todos los canales de Youtube que se oponen al Star Wars de Disney. Según canales como Midnight Edge, Geeks and Gamers y Overlord DVD, la crisis que se vivió dentro de la empresa antes del lanzamiento de The Ryse of Skywalkers era inmensa. La película buscaba recuperar a los nostálgicos, darle gusto a las nuevas generaciones y cerrar una historia de 40 años. Y fracasó terriblemente.
En las proyecciones que hacen antes del lanzamiento de películas se dieron cuenta que la gente se reía de la última parte de la película. El hecho de que Rey derrotará a un «salido de la nada» Palpatine con dos sables de luz le parecía ridículo a la gente.
Esto prendió las luces rojas en las cabezas principales de Disney. Esperaban crear la misma cantidad de dinero que lograron en Avengers: End game pero los pronósticos parecían estar en su contra. Los rumores sobre Rey siendo la nieta de Palpatine y auto asumiendo el apellido Skywalker al final de la película salieron a luz pública un mes antes del estreno fueron suficientes para que Twitter se inundara de críticas hacia la actual dirigente, el director J.J Abrams y todos los escritores que estaban tirando por la borda el legado. Al estrenarse la película, los pronósticos estuvieron en lo cierto. La película apenas logró recaudar un tercio de lo logrado por las últimas dos entregas.
La llegada de Favreau y el apoyo de los inconformes es la evidencia más clara de la guerra civil interna dentro de la empresa. Por un lado, un autor que con una pequeña serie logra atraer a las masas y generar un enorme interés en el público, mientras que del otro lado está un personaje que posee todos los recursos del mundo, y no puede hacer que los fans se vuelvan clientes de cola larga y consuman Star Wars.
Star Wars: El imperio contraataca
A pesar de los pésimos resultados obtenidos por Kathleen Kennedy, la mujer todavía ostenta el título de una de las mujeres más poderosas del mundo y una de las que más dinero le ha dado a Lucas Films. Pero la llegada de Jon Favreau y Kevin Feige no solo ha causado divisiones internas, también ha hecho que la empresa apoye indirectamente los «fans» que apoyan lo hecho por K.K. Un ejemplo (además del mencionado de Gina Carano) es la creación del cómic High Republic, un proyecto liderado por K.K que tuvo severas críticas por parte de los fans. El cómic dejó al descubierto que existe una facción en Lucas Films que se siente atacada por un sector «tóxico» de Star Wars.
El planteamiento de la historia, los personajes, y la obvia intención de crear un producto con un mensaje ideológico progresista. Es una respuesta directa de K.K a la división interna de Star Wars. Aunque el presidente actual de Disney, Bob Iger empieza a ver que las películas creada por ellas no son negocios de «cola larga» debido a que el merchandising derivado de estos productos es muy pobre. Tan es así que los productores de juguetes de la saga Mattel, ha visto una baja directa de ventas de todos los personajes de la nueva saga. Lo que ha hecho que los productores y directores de Lucas Films se lancen directamente sobre los fans críticos.
El sector de la población fanática de Star Wars que parecen estar de acuerdo con Kennedy iniciaron un contrataque frontal contra el Phantom Menace. Los principales defensores de la última trilogía, estadísticamente, son periodistas profesionales, artistas visuales, escritores y gente afiliada a Disney. Uno de los post que más llamaron mi atención fue uno hecho por Rewriting Ripley llamado «In Plain Sight: How White Supremacy, Misogyny, and Hate Targeted the Star Wars Sequel Trilogy and Won» (A simple vista: Como los supremacistas blancos, la misoginia, y el odio apuntaron hacia la trilogía de Star Wars y ganaron).
Un monumental post tratando de probar que existió un plan deliberado de la extrema derecha para destruir la saga de Disney. Utilizando todos los apelativos conocidos en la actualidad, el autor del texto vincula a cada uno de los opositores de las nuevas sagas de la Guerra de las Galaxias con un grupo radical bien definido y jerarquizado. Para la izquierda americana, el plan de la derecha fue ejecutado a la perfección ya que se declaran así mismo derrotados. No existe ninguna idea que no esté detrás de un motivo ideológico y la intencíon siempre fue repelar a las masas de su propia lucha ideológica.
Conclusiones
Haciendo un análisis del discurso de algunos de los contenidos denunciados en ese blog podemos ver que la idea de críticar a Star Wars no tiene ningún motivo racista, misógino o supremacista. En numerosos videos podemos observar que la principal crítica es que la directora de Lucas Films es simplemente incompetente. La absurda idea de producir una trilogía sin planear con antelación cada película es imperdonable para los fans. Anteponer la intención de conversión cultural con fines políticos es la segunda crítica más común en los canales de Youtube y blogs. Y la última y más reciente crítica, golpear intencionalmente a Jon Favreau y Kevin Feige con el despido de Gina Carano para mandar un mensaje claro a todos aquellos que se oponen a sus planes.
Así es como la mitología popular americana se transformó en campo de batalla de las guerras culturales. Los bandos están bien definidos y el desenlace es todavía ambiguo. Se rumora que Kathleen Kennedy ha sido ya despedida de Lucas Films pero debido a su enorme poder e influencia, va a ser retirada lentamente de los nuevos proyectos de la empresa mientras Favreau tomará más el control de nuevos proyectos. Parece que en la realidad, la rebelión logrará su tan anhelado triunfo.
Para saber más de Star Wars y las guerras culturales
Hay infinidad de lecturas para entender la industria cultural.
Para leer más de Adorno y Gramsci hay dos libros al respecto. Uno es una introducción gráfica a su pensamiento. Pueden comprarlo en digital en Amazon. https://amzn.to/2WAyxfs
Este libro de Adorno abarca de forma profunda las ideas del pensador: https://amzn.to/3Bleq3M
Sobre Luke Skywalker y el mito moderno: https://amzn.to/2UZBGou
Hay mucha información sobre las guerras culturales en Estados Unidos. Un libro recién publicado sobre el tema es The Madness of Crowds: Gender, Race and Identity. Disponible en Amazon (está en inglés): https://amzn.to/3zqLfvH
También les dejamos un post sobre el amor moldeado por la industria cultural actual
One reply on “Star Wars y las guerras culturales”
[…] Star Wars y las guerras culturales […]