Don Abundio es un viejo tiempero que desprecia la religión cristiana,  suele llamar a los sacerdotes «mentira-cura» sin separar una palabra de la otra. Sufrió dos derrames cerebrales y muchas veces parecía estar al borde de la muerte. Román, un joven amigo y casi discípulo de don Abundio estaba con él después de su primer derrame. Parecía que don Abundio estaba rindiéndose a la Iglesia Católica porqué estaba pidiendo un sacerdote. Román, conociendo la forma de pensar de su amigo quiso disuadirlo y  le dijo: «Padrino, no es necesario, yo sé todo lo que saben los curas, así que dígame que quiere y yo lo haré». Entonces él, en el mismo tono tristón que tenía entonces, le dijo: «Román, ¿es cierto que sabes todo lo que sabe un cura?» Y él, con la misma seriedad dijo: «Si padrino, yo puedo ayudarlo». Y entonces él contestó: «Pues entonces… ¡¡¡cuéntame algunas mentiras!!!»

La petición de lluvias por don Aurelio

Hace unas semanas tuve la oportunidad y el gusto de conocer un hermoso pueblo de Oaxaca llamado San Pablo Güilá por invitación del maestro Ehecatl y Román, también conocido como Guzió en este blog (¡además de ser el único hater de mi blog!). Dicen que los viajes no programados son los mejores y por lo menos en este resulto muy cierta la frase.

Un viaje mágico es aquél en cual la realidad se viste de aspectos fuera de lo ordinario. Pocas personas que visitan Oaxaca ha tenido la experiencia de visitar un lugar donde todas tus hipótesis se ven confirmadas y puedes vivirlas en primera persona. De por si un viaje con el maestro Ehecatl es sinónimo de turismo extremo por el simple hecho de encontrarse fuera de toda predicción. Esta vez, ambos fuimos maravillados por conocer a dos tiemperos de este maravilloso país. El primero, don Aurelio, oriundo del pueblo de Quetzalcoatl Morelos, y el segundo, don Abundio, viejo tiempero del pueblo de Güilá a donde nos dirigíamos.

La característica más peculiar del pueblo es el enorme peso que tiene la lengua zapoteca en él. Aunque sus habitantes tienen conocimiento del español, prefieren usar su hermoso idioma para comunicarse. Además, tienen altares en sus casas con figuras cristianas aunque ellos mismos afirman que son «pura pantalla», pues desde hace unos años Román, en mancuerna con don Abundio han hecho que la gente deje de ocultar los rituales antiguos que la Iglesia tanto condenó.

Al llegar al lugar me sorprendió la recepción que tuvimos. Mucha gente mostraba alegría con sus aplausos por nuestra llegada (no particularmente la mía, sino de la gente que me acompañaba) pues de inmediato nos sirvieron de comer y nos llenaron de mezcal (del bueno, no esa mugrosa tonaya que venden en la capital) y nos presentábamos con todos los habitantes del lugar. Fue difícil saber que estaban diciendo en el momento pues todos estaban comunicadose en zapoteca. El maestro Ehecatl quería platicar sobre lo sucedido a don Abundio, motivo principal de nuestra visita, pues según su teoría, don Abundio en un arranque suyo había retado a la mismísima muerte. Según Ehecatl la muerte lo había castigado justo en los momentos más débiles del tiempero, justo cuando el agua sube y las lluvias empiezan a acabarse en septiembre. Es por eso que don Aurelio había sido convocado por Román, para que pudiera ayudarlo de alguna forma.

Ese mismo día partimos para la zona donde don Abundio había llamado la lluvia en los últimos años. A diferencia de toda la zona, este lugar estaba compuesto por un ojo de agua y un pequeño río en crecimiento. Todas las personas que conocimos coincidían en que este lugar estaba seco y sin vida al igual que todo su alrededor. Todos atribuían al trabajo de don Abundio este logro. Y la gente no quería que las peticiones se perdieran. Al lugar arribamos una gran cantidad de personas, hombres y mujeres por igual ayudaron a que la ceremonia de petición de lluvias encabezada por don Aurelio se llevara a cabo. Habían llevado varios guajolotes, tortillas y todo lo necesario para que nos diéramos un gran festín al terminar.

Este ojo de agua no existía años atrás, don Abundio lo creó

Don Aurelio empezó la ceremonia enterrando una vasija en la tierra junto flores y velas. Se mataron 4 guajolotes y se vertió la sangre de ellos en el lugar. Por otro lado estaba el maestro Ehecatl con sus plumas, copal alrededor del ojo de agua. Los dos estaban hablando en nahuatl silenciosamente. Se colocaron ofrendas como pan y tejate en la zona. alrededor de la vasija de barro enterrada pusieron las cabezas de los cuatro guajolotes. Posteriormente don Aurelio nos convocó a todos para que saludáramos a los cuatro rumbos y nos congregaramos alrededor de la ofrenda. Yo creo que ese momento fue el más emotivo pues toda la gente estaba pendiente de las instrucciones de don Aurelio, este le pidió también a Ehecatl que dirigiera unas palabras para todos. El maestro Ehecatl agradeció la invitación y la hospitalidad y esperó que este evento se repitiera nuevamente el próximo año.

Don Aurelio también se dirigió hacia otro lugar cercano en donde estaba reconstruyéndose un río. La gente seguía comentando la situación del río hace unos cinco años. Estaba seco casi por completo y no tenia naturaleza de algún tipo. Actualmente se podían observar pequeños pececillos, tortugas en el estanque y conejos vagando por los alrededores. En ese lugar estaba regresando la vida. Se vertió comida como chocolate, pan y mezcal al lugar. De inmediato salieron varias tortugas a comer del pan. Muchas personas en Oaxaca -dicen- acostumbran ver figuras en las piedras e identificaban una en la piedra, una mujer para ser específicos. A mí me faltó imaginación sinceramente…

Si observan con cuidado podrán ver unas tortugas

Más tarde empezó la repartición de comida. Tortillas hechas para las clásicas tlayudas, frijoles, nopales, tejate y mezcal. El platillo principal, el guajolote estaba cocinandosé y las mujeres nos daban otras cosas que increiblemente habían preparado ahí mismo. Mientras tanto, don Aurelio estaba escuchando peticiones a los locales y algunos querían que les realizara una limpia. Una vez que quedaron listos los guajolotes que acaban de matar y cocinar, nos dispusimos a comer una deliciosa sopa de guajolote y tortillas.

Cuando muchos habían terminado, la lluvia empezó a caer. Momentos antes, don Aurelio y Ehecatl nos habían estado enseñando la dirección que estaban tomando las nubes y en que momento iba a caer la lluvia. La lluvia se sintió fresca y toda la gente tenía una sonrisa en su rostro. La ceremonia había mostrado algo que los cultos de occidente no muestran, había tenido un efecto tangible.

Al día siguiente nos levantamos temprano para desayunar e ir a curar a don Abundio. No recuerdo haber tenido un desayuno al más puro estilo antiguo. Atole simple de masa recién hecho, tortillas tlayudas, frijoles, salsa y huaje, que para mi desfortuna no supe comer (se le quita la cascara primero) y todos, incluyendo los oriundos se rieron de mí.

Un río reconstruyéndose

Una vez que estábamos todos reunidos, vi primera vez a don Abundio. Su semblante parecía perdido en sus pensamientos. Román nos aseguró que su padrino no se comportaba así antes, al contrario era muy elocuente y gustaba de hablar mucho. Era el derrame cerebral y su enfrentamiento con la muerte lo que lo había puesto así. Esta vez se encerraron las personas de más respeto en la casa y yo espere gustosamente afuera. Según me comentó después el maestro Ehecatl, don Aurelio pensaba curarlo con agua del río donde iba constantemente don Abundio (o al menos eso entendí) y nosotros iríamos a dejar ofrendas dentro de una cueva donde se encontraba dibujada la cara de la muerte. También iríamos por don Pablo, otro granicero conocido en el lugar, quién era guardián de la cueva y nos llevaría al lugar exacto.

En esta ocasión nos dividimos en dos grupos, uno para llevar a don Abundio al río, y otro dirigido por don Pablo hacia la cueva donde estaba la cara de la muerte. Yo me dirigí hacia la cueva junto con el maestro Ehecatl y demás gente del pueblo, incluyendo niños, quienes estaban deseosos de saber que haríamos en el lugar. Al igual que la vez pasada llevaron comida y todo lo necesario para ofrendar. Al entrar en la cueva dejamos velas, pan y mezcal y observamos la figura dibujada en la piedra. Efectivamente era un rostro alargado sin muchas definiciones faciales y estaba colocado al final de la cueva. El maestro Ehecatl habló con la figura en nahuatl y les hizo unas preguntas usando a su hija como intermediario. Otras personas que viven ahí nos acompañaron y escucharon respetuosamente lo que se dijo adentro. Se pidió el perdón de la ofensa a don Abundio, aunque según la hija del maestro, el rostro de la muerte tardó en responder pero finalmente accedió.

Una vez que estábamos colina abajo en la camioneta, las nubes empezaron a inundar de nuevo el cielo. Me había comentado antes el maestro que había «partido» las nubes en dos para evitar que nos cayera el agua. Don Aurelio hizo comentarios similares al respecto, pues a pesar de que el cielo estaba completamente nublado, no empezó a llover hasta que estuvimos en el pueblo. Ambos afirmaron haber usado su energía para lograrlo y que estaban cansados, especialmente el otro tiempero, don Pablo, quién se encontraba tirado en el suelo antes de que subiéramos a la cueva.

El agua empieza a brotar nuevamente

Al finalizar el viaje me dí cuenta de lo compleja que es la realidad del país. Por una parte, nosotros, los mestizos ignorantes proclamando ser dueños de la verdad respecto a la religión, política y forma de vida. Por otro, los pueblos que conviven cerca de nosotros y viven otra realidad aparte. En este pueblo, el cristianismo es una mera fachada y con la resurrección de las costumbres antiguas va a pasar al olvido.
Por el otro, un lugar donde las formas de gobierno se asemejan más al anarquismo comunitario (que muchos ignorantes en zonas totalmente descendientes de españoles consideran «utópico») que el sistema partidista «democrático» que solo divide a la gente y crea conflictos donde no deben de existir. San Pablo Güilá es el ejemplo de una nación que se esta curando a sí misma, que tiene muchos enemigos grandes, fuertes y poderosos con quienes combatir y en donde lo único que falta es que se unan en un mismo espíritu combativo y se deseche todo aquello que ha hecho tanto daño a los hermosos pueblos de estas tierras.

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4 replies on “Diario de Tenamaxtli: Oaxaca y su San Pablo Güilá”

  • abril 26, 2012 at 5:43 am

    Amigo Oscarín:
    Te digo sinceramente que hoy, más de dos años de haber conocido tu blog, me alegro mucho de haberlo hecho, pues gracias a él pude conocer al maestro Ejekatl, que se está convirtiendo en un gran aliado de mis amigos zapotecos y de nuestra cultura. Por supuesto, cuando conocí el blog nunca pensé que me llevaría a conocer a alguien como Ejekatl, ¡con todos esos mensajes que se burlaban de los colonizadores españoles, de la religión cristiana y que decían que los pueblos antiguos de Mesoamérica no habían tenido “dioses”! Aunque hoy sigo en cierto desacuerdo, no tanto con lo que dijiste sino con la forma en que lo dijiste, dejé de ser “hater” del blog en 2010 cuando vi que no respondías a las agresiones, lo que francamente me dejó admirado, y más cuando comprendí porque lo hiciste al leer la frase que publicaste en alguna entrada, aunque no con referencia a mí, sino al mundo en general: “Solo tu amigo quiero ser”. Al leerla pensé: “Tenamaxtli es sincero al decir eso, al no responder a mis agresiones así lo demostró. Aunque presuma de rebelde y de “super hombre”, en el fondo es una buena persona, y no vale la pena ser su hater”. En cuanto al punto de si en Mesoamérica había dioses o no, creo que ya te habrá quedado claro con la visita a San Pablo Güilá. Cuando conocí tu blog te dije: “Ven a mi tierra, a las regiones no influidas por la cultura occidental, y conocerás a los dioses de Mesoamérica”, cuando dije eso nunca esperé que lo hicieras, pero ahora, luego de esa visita, que te agradezco mucho, creo que el punto habrá quedado claro. Creo que ya sabes que estoy profundamente agradecido contigo y con los demás asistentes por su visita, y por el interés que pusieron en mi cultura y los problemas de mis amigos, no es común que recibamos esa clase de “ayuda externa”, así que a nombre de todos mis amigos les doy las gracias, sinceramente.

  • abril 26, 2012 at 5:45 am

    Y ahora, unos comentarios en cuanto al contenido de tu entrada:
    Don Abundio Hernández García, en efecto, ha trabajado tal vez durante toda su vida en San Pablo Güilá, rescatando la cultura antigua, pero él no es originario de ese pueblo ni vive en él, es originario de un pueblo zapoteco muy alejado de Güilá, llamado San Miguel Mixtepec, y vive en ese mismo pueblo.
    Por otro lado, creo que tanto tú como el profe se confundieron con las fotos, la culpa tal vez fue mía por no indicarles a que lugar pertenecía cada foto, pero como quise enviarlas lo más rápido posible no incluí esa información. La foto 3, como bien dices, es la foto del manantial creado por don Abundio, con solo enterrar cantaritos llenos de agua de manantial en la tierra. En su blog, el profe dijo que don Abundio creó así el manantial que aparece en la foto 2, pero eso no es así, ese manantial es parte del río “reconstruido”, es llamado “La Toma” y es el único cuerpo de agua estable que ya existía en la zona antes de que interviniera don Abundio. Las fotos 7, 8 y 9 son del río reconstruido, y de adoratorios construidos en sus orillas por orden de don Abundio. Todas esas fotos, además de la 4, son de la zona conocida como “Cienega de la Gallina”, en el “Rancho Colorado” perteneciente a San Pablo Güilá, esa es la zona revitalizada por don Abundio. Las fotos 5 y 6 son del río que nace en la montaña que está en el “Rancho las Flores”, cerca de la cueva que visitaron, y muy alejado del “Rancho Colorado”. Ese río es sagrado porque se supone que nace del interior de la cueva, hogar del dios del Rayo y la diosa de la muerte, y por eso pensamos que en él sería posible curar a don Abundio, pero no fue revitalizado por don Abundio, y aunque este posiblemente lo visitaba cada año anteriormente, creo que nunca tuvo especial relación con ese río.

  • abril 26, 2012 at 5:48 am

    Por último, me llama la atención lo que dices sobre la “resurrección de las costumbres antiguas”. Eso es lo que estamos intentando hacer, por iniciativa de don Abundio y don Pablo, pero no comparto del todo tu optimismo, me parece que esa resurrección no es un hecho. Efectivamente, el pueblo tiene muchos enemigos, pero sin duda, los peores son los propios habitantes del pueblo, que nunca han sido capaces de unirse por lograr un objetivo común, y siempre se enfrascan en luchas internas, de individuo contra individuo, familia contra familia, barrio contra barrio, por lograr objetivos individuales a costa de los demás. En eso pueblo la unión, la simple unión cotidiana, brilla por su ausencia, por lo que la unión en “un solo espíritu combativo” es algo que a veces me parece imposible de alcanzar. Tal vez algún día se logre, pero ese día está todavía muy lejano, y va a costarnos mucho trabajo crear las condiciones necesarias para llegar a él.

  • abril 26, 2012 at 5:50 am

    Un último último comentario: las fotos 5 y 6 no tienen tortugas, sino sapos, los que aparecieron cuando curábamos a don Abundio.