Apenas estamos cumpliendo una década de famosos creados a través del fenómeno de los nuevos medios sociales (o la Web 2.0) y ya podemos observar nuevos modelos de comportamiento de una sociedad que ya ve el mundo mediante sus dispositivos móviles. Las plataformas ahora poseen mayor peso en la opinión pública, el debate político y lo que dicen las grandes cadenas televisivas del mundo. Los influencers, por ejemplo, son rock stars de las redes sociales  que cobran enormes cantidades de dinero por anunciar un producto o servicio en su cuenta personal. Hoy en día existen millones de ellos y su poder para manipular a las masas apenas se está haciendo visible.

El caso más reciente fue lo sucedido con el Festival Fyre en las Bahamas y sus dos posteriores documentales. Un evento que proponía ser uno de las fiestas más grandes y exclusivas del mundo y terminó siendo un terrible fiasco para todos. Este fraude mediático perpetrado por jóvenes Millennials merece un análisis detallado de lo que hoy en día es nuestra sociedad. Si aún no has visto el documental en Netflix te invitamos a hacerlo antes de continuar leyendo (aquí puedes checar el trailer). Si tienes Hulu también existe otro documental creado por ellos.

Festival Fyre

La generación del bienestar económico (Generation Wealth)

La cultura aspiracional o buscadora del éxito no es nada nuevo. La sociedad norteamericana ya había establecido esta forma de vida desde varías décadas atrás. La única diferencia con la actual es que ahora está globalizada y extendida hacia una enorme cantidad de grupos sociales. Los jóvenes que empezaron a trabajar después de la crisis del 2008 se encontraron con menores oportunidades de empleo que sus padres y no pudieron acceder a la misma calidad de vida. El resultado de esto fue variado y complejo. Una parte de ellos renunció a los sueños materialistas de comprar muchos bienes  y optar mejor por tener una vida llena de experiencias. La generación creo una cultura de ser viajeros en los que tachar la mayor cantidad de países automáticamente te convertía en una persona más feliz y moralmente superior que aquella que solo busca tener bienes materiales. Collegehumor hizo un video parodiando esta actitud.

A la par también nació la cultura del éxito empresarial. Esta cultura se basa en la creencia del poder de la meritocracia. Aquellos que se esfuerzan por un éxito empresarial pueden lograr su meta sin importar los obstáculos que tengan que librar. El nacimiento de gigantes tecnológicos como Facebook, Twitter e Instagram sirvieron de ejemplo para probar que el emprendimiento contaba con un mayor futuro que el camino del empleado. Iniciar un proyecto otorgaba un mayor respeto entre otros jóvenes que admiraban las compañías nacidas de la nada y cuyos objetivos eran logrados mediante la cooperación y el entusiasmo.

Posteriormente, y con el éxito de la web 2.0 nacen los influencers. Estas estrellas poseían las cualidades innatas para promocionarse mediante las plataformas sociales. Youtube e Instagram han generado la mayor cantidad de estrellas y hoy en día son una fuente de ingresos para millones de personas alrededor del mundo. El ejemplo que ponen en el documental de Fyre sobre Kendall Jenner es abrumador: 250 mil dólares por un simple post en su cuenta de Instagram. Organizadores, productores y promotores del festival son todos culpables del fiasco. Un estafador con las herramientas necesarias para ganarse a un público objetivo que comparte sus mismas esquizofrenias. Y lo más triste del documental, todos los trabajadores locales que fueron explotados y no pudieron cobrar lo que se les debía.

La Generación Wealth es un fruto de la cultura aspiracional pero con agregados tecnológicos. Buscan competir en las redes sociales por una imagen de la vida perfecta. Algunos descartan modelos de alimentación, vida personal, posesiones materiales y estilo de vida para resaltar ante los demás. Quieren generar fotografías que exhiban lo maravillosa que es su existencia mientras ocultan la verdad detrás de la imagen. Y es que la búsqueda de experiencias ahora está acompañada por la notoriedad de estas. Sino lo subiste a Facebook, nunca pasó.

Algunos investigadores ya analizan este comportamiento radicalizado y lo han nombrado experiencias Pop-Ups en dónde el principal objetivo es captar una experiencia efímera y presumirlo en las redes sociales. La industria del pop-up en el mundo ya está generando millones de dólares y las marcas se están dando cuenta del enorme potencial que está generando este comportamiento y están creando productos con un público objetivo. Instagram es uno de los principales propulsores de esta cultura y ha creado sus propios ídolos que hoy en día pueden crear modas, influir elecciones o llevar a miles de personas a un evento mal organizado. Los snobs se han multiplicado por millones y estos alaban a la gente que exhibe sus ilusiones en la red. Le dan like a una fotografía que destapa sus anhelos en una imagen y las marcas convierten a esta ola de seguidores en ganancias económicas. Estos snobs son también perdedores en el sentido que explicamos en post anteriores. Para ellos les está prohibido perder y es mejor exhibir lo que no se tiene que hablar de lo mediocre o sosa que es su vida.

Billy McFarland, el creador del evento Fyre es la epítome del snobismo y la generación wealth. Un hombre afectado por el ego inflado por los millones de dólares que poseía y el deseo irracional de organizar un evento exclusivo en un lugar aspiracional: Las Bahamas. A pesar de las múltiples pistas que le indicaban que no podría realizar su sueño, su filosofía de triunfador lo cegó por completo. Su actitud tuvo un efecto resonante en las personas que estuvieron alrededor de él, como el rapero Ja Rule que también proviene de una industria que vende sueños aspiracionales.

Festival Fyre

FOMO, snobismo e hiperatención

La otra culpabilidad se centra en sus clientes. Los miles de seguidores de influencers de Instagram que agotaron los boletos en poco tiempo, y las estrellas mismas. Todos ellos padecían de FOMO o el miedo a perderse de algo importante. Este miedo es tan viejo como la humanidad. Cicerón tuvo este padecimiento ya que cada que salía de Roma buscaba enterarse de las noticias que habían sucedido en su ausencia. La sensación de que existe un lugar en dónde pasa lo más relevante de la humanidad lo aquejaba constantemente. Hoy día es más tangible gracias a los celulares y la facilidad de acceso a la información. Es el comportamiento patológico que nos invita a entrar constantemente a nuestras redes sociales y revisar las actualizaciones de nuestro timeline.

Si la película de The Social Network es una alegoría al dueño de Facebook y su personalidad, el Festival de Fyre es una proyección de los deseos y fantasías escondidas en los usuarios de Instagram. La búsqueda snobista por saber cuál la tendencia, qué es lo que todos están leyendo o cuáles son los lugares a los todos están asistiendo. Los que fueron al festival son una generación de posers que buscan mostrar al mundo sus «fascinantes» experiencias y el envidiable estilo de vida que llevan. Generan un exceso de positividad que en términos de Byung-Chul Han «…se manifiesta, asimismo, como un exceso de estímulos, informaciones e impulsos. Modifica radicalmente la estructura y economía de la atención. Debido a esto, la percepción queda fragmentada y dispersa…» Esta cultura en lugar de crear un foco de atención profundo hacia algún tema genera una hipertatención o atención dispersa y múltiple. Esta atención dispersa dice Byung-Chul Han «se caracteriza por un acelerado cambio de foco entre diferentes tareas, fuentes de información y procesos. Dada, además su escasa tolerancia al hastío, tampoco admite aquel aburrimiento profundo que sería de cierta importancia para un proceso creativo«. 

Está falta de atención es visible tanto en la generación Millennial como en la generación Z. La consecuencia posterior a estas actitudes cotidianas es una exaltación a la autoexplotación laboral y un duro golpe con la realidad. Cumplir con las fantasías posee el riesgo de no empatar con una realidad no observable por el sujeto aspiracional. La propia cultura del triunfador lo obliga a observar el sacrificio personal como paso inevitable para el encuentro con su paraíso. De ahí que se genere otro término más para la sociedad actual, el hustle porn. El documental de Netflix muestra la actitud que tomó Billy McFarland unos días antes del desastre. Trata de controlar su catástrofe sacrificando su satisfacción y orgullo inicial realizando desesperados actos de multitasking para apagar todos los fuegos que el mismo había prendido.

Festival Fyre

La generación del Instagram, Facebook y Twitter está bombardeada constantemente por distintos de focos de atención. Todos son efímeros y duran a lo mucho un par de días. Esta forma de comportamiento lo entienden perfectamente los dueños de las redes sociales. Por eso generan contenido que busca mantenerte enganchado el mayor tiempo posible a su web. La seducción de la imagen es tan fuerte que logra que los consumidores de información se conviertan en productos rentables para las marcas. Mientras que estos mismo consumidores se encuentran los snobs que están dispuestos a poner grandes cantidad de dinero en aquellos eventos que los pongan en el centro de atención y los distingan del enjambre.

Los asistentes no estaban enojados por el desastre, estaban enojados porque no podían alardear al respecto. Cada espacio en el que buscaran tomar fotos no mostraba exclusividad o belleza, sino desastre e irrelevancia. Los anhelantes del éxito, el triunfo y la buena vida se convirtieron en perdedores frustrados y heridos en el ego. El imaginario colectivo de una fiesta exclusiva rodeada de belleza, música y la mejor comida se transformó en una pesadilla costosa que los asistentes difícilmente podían presumir. El propio comercial hecho para el evento expone la idea que se ha creado de Pablo Escobar en la actualidad. Un hombre que lo tiene todo y no tiene que dar cuentas a nadie. Una actitud anhelada por la jóvenes de este siglo.

Tal cuál dice el documental, el Festival de Fyre existió durante la sesión de fotos con las modelos durante la grabación de los promocionales. El evento se podría haber logrado con 60 personas y no con 6 mil como intentó el creador. Y es probable que su fundador adquiera una fama que buscará explotar una vez que cumpla los seis años a los que fue sentenciado. El Festival de Fyre no generará un cambio en la tendencia generacional sino que probablemente la impulse todavía más.

Los antídotos: la atención profunda, el antisnobismo y la filosofía del perdedor

Los filósofos contemporáneos han hecho propuestas para combatir estas enfermedades sociales modernas. La hiperatención (o atención múltiple efímera) encuentra su antídoto en la atención profunda. Byung Chul Han propone una actitud contemplativa de un objeto de atención que nos devuelva el sabor de los largos plazos de tiempo para disfrutar un evento. Para eso es necesario prolongar los espacios de tiempo que dedicamos a las cosas. El arte (clásico), por ejemplo, ejercita la capacidad mental de la atención de largo plazo.  «Sólo la profunda atención impide la <versatilidad de los ojos> y origina el recogimiento que es capaz de <cruzar las manos errantes de la naturaleza>. Sin este recogimiento contemplativo, la mirada vaga inquieta y no lleva nada a expresión. Pero el arte es un <acto de expresión>. Incluso Nietzsche, que reemplazó el Ser por la voluntad, sabe que la vida humana termina en una hiperactividad mortal, cuando de ella se elimina todo elemento contemplativo».

La atención profunda encuentra nuevas formas a las cosas habituales. Una buena novela posee esta habilidad. Hace que el lector descubra nuevos ángulos si se detiene con calma a releer un capítulo. La atención profunda permite analizar un axioma con detenimiento. Es la herramienta por excelencia del matemático. Un simple problema requiere de un reflexión pausada y lenta para su análisis. Genera mucha más satisfacción a largo plazo y da pie la construcción de nuevos elementos creativos (nuevas novelas, películas, ensayos, y ecuaciones). La atención profunda impulsa a la acción concertada y planeada de un proyecto de larga duración. Invitan a la estrategia y la táctica al ejercicio mental. Estos actos terminan siendo esenciales para no caer en las actitudes que tomó el dueño del festival. Creer que todo iba a salir bien por su simple positividad.

La solución al snobismo es planteada por Alain de Botton. Perder el interés por aquellas personas que otros consideran «dignas de atención» y maravillarse por lo interesante que pueden llegar aquellas personas que nos encontramos en nuestro camino. Romper con la ansiedad por el estatus significa repartir nuestra atención equitativamente a todos aquellos que conocemos. Una plática con policía jubilado, un campesino o las historias de un taxista se transforman en actividades más entretenidas que saber el nombre del último hijo de nuestro actor favorito. Es interesarte en las personas por quienes son y que cualidades poseen en vez de juzgarlos con base a que se dedican y que tanta fama, dinero o prestigio han adquirido.

¿Existe una salida?

Por último, la filosofía del perdedor, expuesta en el blog de Rebelión Antigua. Asumir la tragedia humana y el fracaso como el común denominador de la sociedad. Los nada famosos, nada ricos, y nada prestigiosos es la mayoría absoluta. La búsqueda obsesiva por el éxito lleva a una psicosis social que se desemboca en ejemplos como los mostrados en el documental. Billy McFarland pasó a la historia como uno de héroes trágicos del siglo XXI, de poseer una buena fortuna y prestigio, terminó siendo un objeto de burla y condena.

Un moderno y ambicioso Marco Craso (que terminó con la cabeza guillotinada en un remoto pueblo fuera de los límites del Imperio Romano) pero en lugar de eso fue linchado por los medios y encerrado en la cárcel. Una actitud distinta lo habría hecho reflexionar y hacer un mejor control de daños. En la teoría del perdedor se sigue la máxima de Diógenes, la ruptura de todo anhelo de importancia propia. Los perdedores son cada menos ricos, menos famosos, menos bellos y menos sabios. Sin embargo, traducen su condición en ganancia, obtienen felicidad y descanso. Se sienten libres y tranquilos.

Desafortunadamente, está filosofía no es un trending topic en Twitter. 

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