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Los perdedores, como los autodidactas, tienen siempre conocimientos más vastos que los ganadores. Si quieres ganar tienes que saber una cosa sola y no perder tiempo en sabértelas todas; el placer de la erudición está reservado a los perdedores. Cuanto más sabe uno, es que peor le han ido las cosas.

Umberto Eco

Un cine de perdedores puede encajar en varias etiquetas: cine nihilista, cine outlaw, cine de antihéroes, etc. Abarca películas donde se puede redimir al personaje perdedor o simplemente, se deja que el personaje siga con su vida de fracaso. El cine de calidad nos ayuda a entender su condición y cómo nos refleja siendo héroes sin redención.

Lo cierto es que el héroe se vuelve un antihéroe y su objeto de deseo llega a ser su propio aniquilamiento. A veces el objeto de deseo es prosperar y redimirse pero no puede evitar fracasar. Sus oponentes son los triunfadores o bien los mismos guardianes del orden público o moral.

Los perdedores son personajes caóticos y carnavaleros. Con su actitud ponen al mundo de cabeza. Es hablar de caperucita sin que en la narración llegue un leñador a salvarla. El destino del perdedor es invariablemente, el encuentro con el lobo. La redención es el elemento ausente, la catarsis se produce cuando el perdedor encuentra su destino: la no gloria que puede ser su destrucción o la condena de seguir repitiendo su infame vida en la cotidianidad. La raíz de este género es la misma tragedia griega, incluso podemos afirmar que históricamente las narraciones de perdedores tiene más tradición que la de los personajes redimidos.

Edipo Rey y Electra son grandes perdedores al no poder evadir su destino. De eso trata la tragedia, madre de otros géneros como el melodrama. Edipo Rey es tan terriblemente cotidiano que su historia no deja de doler. Es en el seno de la misma familia donde los desenlaces más estremecedores ocurren. La tragedia es la inevitabilidad del destino y no es posible escapar a él, incluso se dan paradojas de personajes que intentan escapar de él y ese hecho hace que se encaminen hacia su final trágico.

Hay casos donde se abren líneas de tiempo y en todas el anti héroe pierde o filmes donde no solo el personaje es perdedor sino toda una colectividad.

La tragedia es la norma narrativa durante siglos en distintas culturas. En Mesoamérica está la historia de Ce Acatl Topiltzin quien es tentado por el numen Tezcatlipoca y pierde todo al emborracharse y acostarse con su propia hermana rompiendo así, su voto de castidad. Más allá de que los personajes no puedan huir de su destino, escrito por capricho divino, la tragedia estriba que el mismo ser humano se condena a sí mismo por su misma humanidad, es lo trágico de la existencia.

La condición ontológica es la de perder, el ser humano no puede evitarlo por su misma finitud y su encuentro final con la muerte.

El cine de perdedores recupera la tragedia y la actualiza en forma audiovisual. Es un cine que niega al melodrama ligero y las tendencias narrativas que se encumbraron en el siglo XX. Pareciera que las carnavaliza pero no. El antihéroe reclama su derecho de antigüedad.

Tenemos en la narrativa bastantes ejemplos de estos personajes. Muerte en Venecia escrita por Thomas Mann habla de un personaje que se enamora de un adolescente, pero contrae la peste de la marea roja y su destino es la muerte y el amor imposible. Luciano Visconti hace la versión cinematográfica y el resultado es una de las más grandes joyas del cine por la construcción de escenografías y una fotografía llena de tonos cálidos y la dirección actoral es ecuánime.

Bella de día es una novela de Kelsen donde una mujer entre a la vida de prostitución y empieza una vorágine de mentiras con su esposo para cubrir sus ausencias. Sin embargo, uno de sus clientes se obsesiona con ella y la quiere chantajear pues sabe de su vida de mujer casada. Ella planea su asesinato, pero la fatalidad del caos hace que una bala que estaba dirigida al chantajista atine a su esposo que pasaba casualmente por ese lugar y así queda paralítico y sin habla por el resto de sus días.

El filme fue dirigido por Luis Buñuel, pero altera el final trágico.

García Márquez gusta de estos personajes perdedores. Así tenemos a El Coronel no tiene quien le escriba., donde el personaje principal, un coronel, está lleno de deudas y vemos como día a día su pobreza aumenta más pero él espera un pago que nunca llegará. Esta historia fue llevada al cine por Arturo Ripstein.

Franza Kafka es especialista en personajes perdedores. La narración llamada Ante la ley, nos presenta un personaje que pasa toda su vida esperando que un guardia le abra una puerta para que pueda exponer su caso ante los representantes de la justicia. Kafka redime a su personaje solo cuando en su agonía de muerte, el guardia le dice que la puerta a la que quiere entrar y por la que no ha pasado nadie, solo tiene una razón de existencia. La puerta solo estaba hecha para él. La redención viene con la muerte y la ironía de dejar toda una vida en la espera de una solución que tuvo al alcance en todo momento.

También Kafka sin explicación alguna convierte a Gregorio Samsa en un escarabajo con conciencia humana. Es la condición total y absoluta de un perdedor que vive en la frustración continua: la pérdida de la corporalidad siendo él un humano y nos hace pensar en aquellas personas que pierden su humanidad sin perder el cuerpo humano, es decir, que ya no cuentan con valores éticos y lastiman al otro sin miramientos.

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El Cine de Chaplin: El perdedor por antonomasia

Sin duda Chaplin es representativo en este rubro. Su comedia se basa en la tragedia de no contar con recursos económicos y pasa por la épica cuando defiende los desamparados. Su personaje, Chaplin es el protagonista en sus películas.

“El Chico” es un filme donde cuida de un niño abandonado, aunque él no cuenta con dinero para poderlo mantener. Lo peor es dejar al niño a su suerte. Para sobrevivir Chaplin y el niño ejecutan toda clase de pillerías, pero esto solo los mantiene al día. Vemos cómo le prepara un potaje con zapatos viejos que hacen de carne para llenar el estómago. Gabriel Vargas se inspira en ello y reinventa su Familia Burrón, un cómic de una familia mexicana capitalina que vive entre la pobreza y que comen platillos igual de absurdos como mangueras y papel periódico en lugar de tortillas a manera de chilaquiles, Chaplin inspira con estas escenas a varios escritores y cineastas.

La tragedia se cierne ante nuestro personaje porque agentes del gobierno van a recoger al niño para llevarlo a una casa hogar, Chaplin trata de evitarlo sin éxito, pero el niño después de varias peripecias regresa con él.

Finalmente, la mamá del niño convertida en una famosa actriz y arrepentida de abandonar a su hijo cuando estaba en la miseria logra reconocer accidentalmente a su hijo y lo reclama y Chaplin lo devuelve. Aunque hay emancipación del personaje porque el personaje termina viviendo en la opulencia acompañando a la actriz en la crianza del niño, llama la atención cómo en otros filmes de él, como en la Quimera de oro, volvemos a encontrar a este personaje perdedor que lucha por la sobrevivencia en el día a día.

Chaplin inspira así a una nueva generación de cineastas que unas décadas más tarde harán el neorrealismo italiano donde se encasilla a “Ladrón de bicicletas” de Vittorio da Sica.

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El pesimismo como el encuentro con lo real: El Ladrón de bicicletas.

Probablemente decir “neorrealismo” es sinónimo de cine de tragedia. Las líneas argumentales en este género abundan sobre la clase pobre y por lo mismo, se solía emplear gente del pueblo para las actuaciones.

En el Ladrón de bicicletas vemos que, en los barrios pobres de Italia, la bicicleta era a mediados del siglo XX muy importante para la economía cotidiana. Que a alguien le robaran la bicicleta era trágico. No hay muchos recursos para emancipar a los más pobres. Por eso el neorrealismo se asoma al cine de perdedores.

En el Ladrón de bicicletas el personaje principal logra reconocer al ladrón de su vehículo, pero a la manera kafkiana, no puede recuperar su bicicleta porque la policía desestima los elementos de prueba. Tiempo después ve una bicicleta sola y nuestro personaje se abalanza a robarla, pero una multitud lo impide y solo es salvado porque su hijo pequeño pide clemencia.

Como buen perdedor, al final del filme solo lo espera la cotidianidad, una en la que está sin su bicicleta.

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La generación X o la generación del desencanto: Trainspotting.

Trainspotting dirigida por Danny Boyle es uno de los filmes más trascendentes en este rubro. Fue realizada en los años noventa del siglo XX en un contexto de crisis generacional por el cambio de milenio y una actitud finisecular generalizada.

Friedrich Nietzsche es quien filosofa profundamente sobre un tipo de actitud que describe perfectamente a nuestro tipo de perdedor: el nihilismo. Para Nietzsche el nihilismo es la ausencia de valores como lo muestran los personajes de Trainspotting. El único valor es el hedonismo como la búsqueda del placer y el goce, esto último como la ausencia de seducción. El goce puro es lo obsceno diría Baudrillard. En Trainspotting solo hay desenfreno, sexo, drogas y música tecno, de hecho, el soundtrack de este filme es uno de los más vendidos en la historia de la cinematografía.

La palabra “trainspotting” es un sí misma interesante. Refiere a personas que cuidan que un tren pase por un lugar a la hora adecuada y hay una generación de jóvenes ingleses ociosos que al no estudiar ni trabajar, acuden a las vías del ferrocarril para hacer sus anotaciones horarias.

Es el lema de Johnny Rotten en la canción “God save the queen”: No future for you.

Los personajes de Trainspotting son inmorales, alejados de toda costumbre y de rituales comunitarios.

La primera secuencia es una renunciación y un cuestionamiento a las metas de una vida moderna: un trabajo en una oficina, un auto, un condominio en los suburbios, casarse, tener hijos y ver el futbol por la televisión los domingos ¿Por qué se habría de desear eso? Sin embargo, ante la inmoralidad de una vida alejada de las tradiciones y la renunciación a las metas de la vida moderna se asoma el vacío, una era del vacío para una generación nihilista.

A diferencia de los personajes existencialistas donde hay ausencia de valores, pero también de emociones, en Trainspotting los personajes viven para el goce, la satisfacción inmediata de los sentidos y lo carnal es el imperativo. El vacío va de la mano con la destrucción y los personajes son para la muerte, a la que encuentran frecuentemente de las maneras más absurdas.

No hay seducción, no hay deseo, solo goce y mucho tiempo libre. La única ritualidad que se respeta es el trainspotting y probablemente por eso la narración lleva ese nombre, es lo único sólido que no se lleva el viento del nihilismo.

El paso del tren a su hora señalada es lo único que importa, Un suceso que de cualquier manera va a ocurrir, que es independiente de su observador. En sí, intrascendente e irrelevante y predecible. Es la intrascendencia de lo cotidiano como el orden dentro del caos y como lo opuesto en el filme del ser para la muerte.

Lo cotidiano garantiza la existencia, la permanencia del ciclo, pero la vida nihilista de los personajes ajena al ciclo, solo conoce el camino del goce y la aniquilación del ser.

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Corre Lola Corre: La inevitabilidad de perder.

Esta producción alemana dirigida por Tom Tykwer se realizó en 1998. Pone en escena la idea de los mundos posibles y el efecto mariposa de la teoría del caos. Una pequeña variación en un suceso determinado desencadena otros en consecuencia modificando la realidad al punto que se vuelve otra realidad.

Tykwer prueba tres distintos escenarios donde las condiciones iniciales varían. Lola debe conseguir dinero para su novio que ha perdido accidentalmente en una bolsa y podrían matarlo por ello. Él decide asaltar un supermercado porque necesita entregar urgentemente el monto extraviado y Lola dice que ella consigue el dinero, que la espere. Lola empieza a correr en búsqueda de su padre que es gerente de un banco.

En las tres realidades posibles la tragedia se consuma: 1. Haga lo que haga Lola no puede evitar muertes 2. No hay un posible final feliz. 3. la vida es trágica.

Lola corre Lola muestra un desencanto por la vida, un mundo donde todo mundo daña o traiciona al otro. Lola misma duda del amor de su novio por el cual puede sacrificar hasta la vida.

No es que haya una total ausencia de valores, lo que existe es una serie de traiciones que generan desenlaces trágicos. Lola por amor corre, pero su amor es incrédulo sin embargo lo da todo por ello. En las tres realidades sabemos hasta dónde puede llegar Lola pero lo cierto, es que siempre acaba perdiendo.

Borat: La ingenuidad de un perdedor.

Borat es un filme realizado por Larry Charles en 2006. Es un falso documental de un nativo de Kazajistán que va a realizar un documental en los Estados Unidos

La fórmula de comedia en Borat es lo grotesco. El personaje principal, Borat, se conduce siempre bajo un aire ingenuo propio de un país pobre muy poco educado y absurdamente campirano. Vemos que la tragedia se asoma en el día a día, donde la reina de belleza es la hermana de Borat con quien tiene relaciones sexuales y aparte es prostituta. Borat se va a los Estados Unidos y en el transcurso, su esposa es muerta y violada por un oso.

Borat no conoce la moral porque es ingenuo entre lo que es bueno o malo y de ahí lo grotesco.

En Estados Unidos Borat se enamora de la imagen de Pamela Anderson y viaja a California para conocerla personalmente. Sin embargo, descubre un video porno donde ella aparece y Borat se desencanta de Pamela a quien ha supuesto virgen. Borat no conoce los límites y actúa en consecuencia porque dentro de su supuesta cultura, tales límites morales no existen.

En el proceso rompe con su productor al encontrarlo haciendo el acto onanista con una foto de Pamela. De esta manera Borat llega hasta perder el boleto de avión que lo regresaría a su pueblo natal. Conoce personalmente a Pamela Anderson, pero la acosa y la asusta y esto hace que lo arresten.

Nada le sale bien a Borat porque es un perdedor nato. Este personaje es trágico, pero provoca la risa en un sentido bergsoniano: es la burla ante la fatalidad de su vida. Solo puede perder porque culturalmente no es apto para ganar, es uno más en una muchedumbre de perdedores tercermundistas. Su ingenuidad pueblerina lo convierte en un blanco de risas por ser el perfecto antihéroe. Va caída tras caída y es tan perdedor que eso no lo afecta en sobremanera porque está acostumbrado a la tragedia. Nada malo le puede pasar porque su misma existencia está marcada por la fatalidad de ser un perdedor.

Sin embargo, por el solo hecho de ir a los Estados Unidos, Borat es un ganador en su pueblo, una celebridad. Es el tuerto en tierra de ciegos y esa es la última ironía del filme. Borat es un perdedor ante la mirada ajena, pero ante la mirada de los propios es todo un triunfador. La relatividad cultural es hecha puré y también la mirada pequeñoburguesa que compara al mundo según la medida propia.

Hay una burla hacia la doctrina de la otredad, de pensar que la mirada del otro es forzosamente lo mejor por ser una mirada ajena. Borat exprime la otredad hacia el extremo, la desnuda y la exhibe colocándola en un ejercicio de mitología barthesiana. Es un ejercicio crítico donde el perdedor es el pretexto para exhibir las contradicciones lógicas en la romantización del otro. La risa como la falta del respeto al otro y por qué no, de su propio aniquilamiento diría Bergson.

Para saber más

Adicionalmente a este post puede leer sobre este tema en blog: Perdedores y héroes trágicos: La verdad sobre el destino de nuestras vidas

Si no haz visto alguno de estos clásicos puedes conseguirlos por Amazon:

Colección de películas de Chaplin

Borat (Por medio de Amazon Prime)

Corre Lola Corre

Trainspotting (libro) (Película por medio de Amazon Prime)

El ladrón de bicicletas (libro)

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