«Viajero, ¿quién eres? Te veo proseguir tu camino, sin sarcasmo y sin amor, con tu mirada indescifrable; te veo ahí, húmedo y triste, como la sonda que desde los profundos abismos asciende insatisfecha a la luz. ¿Qué has ido a buscar a lo profundo?»

Friedrich Nietzsche , Más allá del bien y el mal

Viajar se ha convertido en una de las metas principales de la generación actual. Basta ver los perfiles de una docena de jóvenes en Tinder para observar que «viajar» es una de sus actividades favoritas. Los Millennials tomaron como salida de escape a la crisis del 2008 el convertirse en viajeros empedernidos. Viajar pasó a ser una actividad para separarse del materialismo y el consumismo que caracterizaron a sus padres. La masificación de la experiencia de viajar trajo sus vicios y problemas propios de la modernidad. Viajar se convirtió en un deber generacional, un diferenciador de éxito y fracaso en la vida.

filosofia del viaje

Por suerte, esta tendencia también impulsó un área de la filosofía: la filosofía del viaje. Esta ola de fans viajeros ha hecho que algunas de esas personas reflexionen sobre el punto de viajar y por qué viajamos. Ambos temas surgen de la necesidad de entender las experiencias que nos cambian como personas y nos alientan a entender el mundo. Ya sea por una necesidad de sentido o una ambición por el éxito, viajar presenta matices según el tipo de viajero que nos encontremos.

Podemos viajar para olvidar o para recordar. En el primer caso queremos dejar atrás una persona o un suceso triste de nuestro lugar de origen, mientras que, en el segundo, queremos usar la experiencia adquirida como prueba futura de una vida aprovechada. El simple hecho de que ambos casos funcionen en diferentes tiempos (pasado y presente) configura un panorama muy distinto del porque nos marchamos a conocer el mundo.

Si bien el arte de viajar no es propio de está generación, la obsesión de las masas ha atraído a la mesa a todos los viajeros que décadas o siglos antes tuvieron la fortuna de recorrer el mundo. ¿A quienes podríamos considerar cómo filósofos del viaje?. Henry David Thoreau escribió un ensayo sobre el arte de caminar el cual es una de las formas más básicas del viaje, trasladarse de un entorno familiar a uno desconocido y sin rumbo. Su famoso libro Walden trata de un viaje por la naturaleza en el que en lugar de ser turista del bosque, se convierte en un habitante más. Está experiencia le enseña a Thoreau a disfrutar de la rutina y a ser un observador pasivo de lo que pasa en su entorno. En esta condición, Thoreau aprende a disfrutar la vida desde un ángulo que requiere de atención y tiempo.

filosofia del viaje

Donde quiera que me sentara podía vivir, de manera que el paisaje se irradiaba desde mí mismo.

Henry David Thoreau, Walden

En el Camino de Jack Kerouac también detalla las experiencias y pensamientos surgido durante el viaje. En la filosofía del viaje se mastican ideas como el sentido de la vida y propósito individual de cada persona que absorbe distintos aspectos de los lugares que visita. Kerouac decía que sin importar cómo se viaje, siempre se aprende algo. ¿Pero qué es lo que realmente estamos aprendiendo?

El viaje y el sentido de la vida

Entrar al mundo laborar después de una crisis financiera puede deprimir a cualquiera. Gran parte de la fuerza productiva del mundo de hoy empezó a trabajar alrededor del año 2007. La crisis económica más grande de este siglo sucedió justo un año después, cuando los famosos Millennials buscaban dejar su huella generacional en el ámbito laboral. Al no encontrarla en el sentido económico empezaron a buscarlo en las experiencias y el emprendimiento. Una de estas experiencias se convirtió al viaje. En cierto sentido una forma de escape de la carrera de la rata.

El minimalismo fue también creciendo en demanda como forma de vida. Tener pocas cosas y disfrutar de las experiencias que pueden obtenerse de una buena salud y la juventud. Las generaciones más jóvenes proclaman un interés por la autorealización mediante los viajes y la realización de proyectos personales novedosos. Es por eso que la salida al desempleo mediante Youtube es tan popular en estos días. El boom de las redes sociales eliminó todas las barreras para compartir estas experiencias y ganar más seguidores de los famosos «estilos de vida». Las aerolíneas también hicieron lo propio al abaratar los viajes mediante el modelo de low-cost que terminó por volver a los viajeros una tendencia masiva.

Sin embargo, existe un lado oscuro en toda moda que se vuelca a las masas: se pervierte y se explota el concepto. Ahora sabemos que se puede contaminar una ciudad por turismo. Barcelona, Amsterdam, París y Roma podrían ejemplos tangibles del concepto. Los negocios locales empiezan a olvidarse de la población fija y empiezan a enfocar su negocio en la población flotante. Los arrendatarios comienzan a ver que sus ganancias se pueden incrementar si agregan su propiedad a AirBnB y la gente que busca rentar a largo plazo termina siendo excluida de la ecuación(En este video de VisualPolitik lo explican a detalle).

En los países desarrollados existe un afán de los jóvenes por explorar nuevos países. Entre más exóticos, mejor. Pero no sólo se tratar de explorar lugares sino hacerlo un espectáculo público. Buscan establecer una superioridad moral por destacar las experiencias sobre las posesiones. El canal de College Humor en Youtube hizo un video haciendo alusión a esta presunción juvenil. Viajar para presumir y denigrar a los que permanecen en un solo lugar incluso aunque quieran ir a otro destino. Y es que este tipo de esnobismo apuesta a que el valor del viaje se mide en distancias y lugares.

Para un esnob, no es lo mismo viajar a Acapulco que tomar un avión a Cancún o a Tailandia. Ahora viajar también determina clases sociales y jerarquías viajeras. Pareciera que aquellos que se trasladan grandes distancias continuamente supieran más sobre el sentido de la vida que aquellos que permanecen en su lugar de origen. Estos viajeros no pueden traer experiencias valiosas para la vida porque simplemente nunca salieron de su lugar de origen con preguntas suficientemente profundas o interesantes para tomar un avión al otro lado del mundo.

Los filósofos del viaje

Rolf Potts es uno de los escritores modernos que podría ser considerado un filósofo del viaje. En su libro Vagabonding: An Uncommon Guide to the Art of Long-Term World Travel, advierte sobre los motivos por los cuáles no se debe viajar:

«… vagabundear (viajar) no es solo un ritual de adquirir vacunas y empacar maletas. Más bien es la práctica continua de observar y aprender, de enfrentar miedos y alterar hábitos, de cultivar una nueva fascinación con la gente y los lugares…es importante tener en mente que nunca debes viajar por seguir moda u obligación. Viajar no es un gesto social o un lugar de superioridad moral. Tampoco es un programa de autoayuda en 12 sencillos pasos ni una proclamación política que demanda la reinvención de la sociedad. Viajar es un acto personal que solo demanda una modificación del yo.»

Una de las primeras demandas para viajar es la libertad. Esta libertad -de acuerdo con Potts- debe proceder de la búsqueda propia, actitud que debe permanecer como la roca fundacional del turismo moderno. Este concepto que el mismo acuña para el viaje (Vagabonding) busca reinterpretar los valores que deben permanecer en el viajero moderno. Viajar comienza en casa, pensando en lugares y mirando mapas buscando un destino específico. Ahorrando en el día para ganarse la libertad que otorga ser viajero. Si bien la posibilidad está latente para todos, el porcentaje de la población que alcanza está libertad es bajo.

Volviendo a Thoreau, su vida no estuvo marcada por viajes de larga distancia (no salió mucho más allá de su país y particularmente de su estado natal Massachusetts) pero si se retiró en contadas ocasiones de la vida moderna de su ciudad para reflexionar profundamente sobre la vida. En su ensayo Caminar, por ejemplo, describe lo que significa deambular en nuevos lugares:

En el paseo de la tarde me gustaría olvidar todas mis tareas matutinas y mis obligaciones con la sociedad. Pero a veces no puedo sacudirme fácilmente el pueblo. Me viene a la cabeza el recuerdo de alguna ocupación, y ya no estoy donde mi cuerpo, sino fuera de mí. Querría retornar a mí mismo en mis paseos. ¿Qué pinto en los bosques si estoy pensando en otras cosas? Sospecho de mí mismo, y no puedo evitar un estremecimiento, cuando me sorprendo tan enredado, incluso en lo que llamamos buenas obras…. que también sucede a veces.

Para Thoreau, lo importante reside en apreciar los actos simples como caminar en su dimensión más amplia, como una maravilla. Siendo el también un moderno, le saltaba a la mente la idea de pensar en otras cosas que tenían que ver con su vida cotidiana. Un amigo personal de Thoreau (Ralph Emerson) llegó a decir que visitar por primera vez los árboles de sequoias en Estados Unidos «Me maravilla que veamos estos árboles y no nos preguntemos más». Viajar en muchas ocasiones significa observar lugares por primera vez con una intensa curiosidad. Para eso no es necesario viajar cientos de kilómetros.

Puede suceder muy cerca de nuestro lugar de origen. Es una sensación similar a conocer gente nueva y probar un platillo por primera vez. Nada de esto se alcanza si no estamos sumergidos en el viaje y permanecemos en un lugar por un periodo largo de tiempo. Aquí la diferencia entre ir de vacaciones y viajar por periodos extendidos de tiempo.

En el libro de Walking: One Step At a Time de Erling Kagge el autor retoma nuevamente las ideas planteadas por Thoreau. El caminar cómo una forma de reducir la velocidad del tiempo y sanar las heridas mentales. Caminar tiene un trasfondo filosófico y una utilidad para mejorar la memoria. Dice Erling que incluso perderse mientras caminamos tiene una utilidad para nuestra psique. Caminar tiene una relación con el pensamiento analítico. Filósofos como Nietzsche llegaron a considerar que toda genial idea se generaba mientras caminamos. La forma más básica de viajar del ser humano aún conserva un enorme valor para la vida moderna.

Michel Onfray también ha puesto su granito de arena en la filosofía del viaje. En su libro Teoría del Viaje: Poética de la geografía habla de las distintas etapas que caracterizan un viaje. Las diferencias entre viajar solo y acompañado, en pareja o con amigos. Onfray habla de una poética del viaje, es decir de percepción profunda de las experiencias, los objetos y las personas con las que se conviven mientras se pasea.

“La geografía sirve por de pronto para elaborar una poética de la existencia, para encontrar ocasiones de hacer funcionar el propio cuerpo como una bella máquina sensual, capaz de conocer al ejercer cada uno de los cinco sentidos, solos o combinados, a la manera de la estatua de Condillac haciéndose aroma y perfume en presencia de una rosa. Un mapa, una brújula, una escala: instrumentos útiles todos ellos para el conocimiento de uno mismo y para la elección de sus movimientos.”

Michel Onfray, Teoría del viaje: Poética de la geografía

Teoría del viaje

Los autores que hemos revisado apuntan a la generación de una teoría del viaje. El nacimiento de una teoría considera diversos aspectos tanto positivos como negativos. Análisis que van desde la perspectiva particular de un individuo hasta lo que significa el concepto para la sociedad moderna. Viajar con sentido o sin propósito alguno. ¿Qué significa que registremos toda experiencia vivida en un viaje en la red? ¿Existe un deber moral en el viajero? ¿Cómo podemos apreciar más en el sentido estético un nuevo lugar?

Todas estas preguntas deben generar una teoría del viaje en el futuro. Este acto tan humano que se antoja tan moderno pero que tiene sus orígenes en la historia más antigua de la humanidad debe evolucionar. Perder esa idea tan positiva y romántica que los Millennials le han dado y debe transformarse en una actividad que dispare ideas sobre nosotros y nuestro futuro.

Hoy en día ya pueden encontrarse críticas en la red sobre la moda de viajar. La página de Matador Network hace una crítica dura al fenómeno del viaje como exaltación del ego. El autor del texto analiza la manera en que otros viajeros se conciben. Puntualiza específicamente a aquellos que viajan por ego. Bajo un alto grado de narcisismo publican cada una de las aventuras que tienen a fin de conseguir likes o seguidores que adoren sus acciones. Mientras que para algunos viajeros el acto se hizo por la necesidad particular de responder a una pregunta, para los viajeros narcisistas se busca pensarse mejor que los demás, hacer alarde de una actividad que no todos los individuos (o estratos sociales) pueden permitirse (al menos para largas distancias).

La felicidad hoy en día puede encontrarse en muchas áreas de la vida. Existen personas que la encuentran en un trabajo estable, una casa o incluso un auto que pagaron con mucho esfuerzo. El materialismo moderado puede ser tan útil como el minimalismo racional. Ahora el capitalismo ha transformado las experiencias en otro objeto de consumo más. Para realizar las épicas travesías de Marco Polo tenemos a la mano una gran cantidad de tecnología que sobrevive de la fanática búsqueda de experiencias que mueve cientos de industrias y economías a nivel mundial.

Hacer teoría del viaje se trata de vincular el fenómeno con un sentido más profundo de la vida. Es vincularlo con el arquetipo del héroe en todas sus fases. Debe existir un llamado a la aventura (algo nos llama desde lo lejos), un mentor o guía, un viaje a la caverna y un retorno con elixir (tal cuál lo planteó Joseph Campbell). La teoría del viaje debe ser también un teoría crítica, debe denunciar los excesos y la falsa sensación de superioridad. Debe pensar en las consecuencias ambientales y culturales que provoca su andar por tierras extranjeras. Debe luchar contra los turistas corrosivos y proponer un sentido del viaje que no involucre grandes gastos y narcisismo digital.

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