«Respect the gods, without relying on their help»
Musashi Miyamoto

«Más vida puede abandonar poco a poco a los hombres a tráves del pensamiento que de una herida»
Thomas Hardy

Nuestro mundo actual utiliza los medios de comunicación masiva para transmitirnos la idea de la paz y el orden como un ideal a perseguir. Contrario a estos valores, la guerra y el conflicto son vistos como peligros para la sociedad y los individuos. Ser pacífico es bueno y ser agresivo es malo. A los gobiernos les conviene tener ciudadanos que no se pongan agresivos frente a las leyes que se imponen.
Cuando abrazamos la idea de la paz, nuestra mente se vuelve más tranquila y despreocupada. Una mente relajada es también una mente desprevenida para los conflictos que se dan en la vida diaria. Un pequeño conflicto se vuelve más grande porque nuestra mente despierta de su comodidad tratando de ponerse en batalla. La más grande oposición esta dentro de nosotros y nuestro verdadero enemigo se vuelve interno.
Una guerra mal iniciada comienza con pensamiento borroso. Nuestra mente es incapaz de conseguir una visión clara de lo que se encuentra en la realidad porque está siendo atacada por nuestras emociones internas. Estas emociones nos desvían del pensamiento racional y nos hacen tomar decisiones basadas en el miedo y la desesperación. Si nuestro enemigo percibe esto en nosotros encuentra una forma para acabar con nosotros y conseguir la victoria.
Una mente entrenada en la guerra sabe mantener el enfoque en los momentos críticos. Esta visión clara sólo se logra si mantenemos nuestra mente siempre alerta y despierta.

Los peligros de la oración

Musahi Miyamoto, unos de los guerreros más grandes que han existido en la historia estaba a punto de enfrentarse en un duelo a muerte con varios samurais. Antes de esta importante pelea, Musashi fue al templo a hacer una oración. Justo antes de tocar la campana y aplaudir tres veces para invocar a los dioses, Musashi se detuvo y pensó en pedir ayuda a los dioses por pimera vez. Nunca lo había hecho, ¿porqué empezar ahora? Musashi se dio la vuelta y nunca dijo su oración. Si ganaba o perdía dependía enteramente de él y nadie más.
Un elemento humano que continua presente en las sociedades modernas es la oración. Durante milenios los hombres han vuelto hacia la oración para resolver sus problemas y encomendarse a las fuerzas divinas para obtener la victoria. Esta acción es peligrosa para nuestra mente ya que delega responsabilidades a fuerzas externas en las que se tiene fe ciega. Si creemos firmemente en que nuestra oración tendrá efecto asumimos una victoria inexistente que nos ha intercambiado paz por negación de la realidad.
La oración también sirve para calmar el sentimiento de culpa de las personas. Cuando escuchamos sobre un desastre natural y el infortunio de las personas que lo sufrieron, la gente le dedica la oración para sentir una calma interna y sentir que de alguna forma ha «ayudado» a los demás mandándoles su energía «positiva». De esta forma adquiere un sentimiento de solidaridad que elimina la culpa de su mente. La oración se vuelve egoísta pues le devuelve la tranquilidad a las personas que rezan y deja sin una acción real a los desafortunados.

Meditar y premeditar

La meditación es un pensamiento similar en oriente. Se usa para calmar la avalancha de pensamientos que continuamente tenemos. La meditación se ha visto más positiva que la oración por las culturas occidentales debido a la capacidad que tiene para mantener la mente concentrada. A pesar de las ventajas de la meditación, hacerlo en exceso puede causar que nos hagamos adictos a la nada y la búsqueda del vacío.
La premeditación es algo muy distinto, ya que aunque nos encontramos estáticos, en nuestra mente estamos ideando nuestra acciones futuras y sus posibles repercusiones. Muchos líderes militares se pasaban horas haciendo una premeditación acerca de sus acciones futuras, pensando en posibles escenarios y calculando sus movimientos con precisión. La premeditación es una forma de combatir nuestros enemigos internos.

Quedarse sin salida a propósito

Otra forma de poner nuestra mente en constante batalla es poniéndonos en situaciones críticas o pensando en situaciones que nos haga pensar en soluciones si estuviéramos en una situación crítica. Los samurais procuraban pensar en la posibilidad de su muerte todos los días. La posibilidad de su muerte los hacía apreciar mejor su tiempo disponible y estar conscientes de la fragilidad de su existencia. La mejor estrategia para tener presente esto es mediante la premeditación de una situación que nos ponga en estado crítico. Además de la situación de muerte, la posibilidad de perder a nuestros amigos, familiares, nuestras posesiones o alguna parte de nuestro cuerpo son también formas de poner nuestra mente en estado crítico.
Cuando ponemos nuestra mente en la peor situación posible, la obligamos a esforzarse más para cumplir nuestras metas, pensar en soluciones creativas. Ponernos imaginariamente en dificultades funciona mejor que la oración o la meditación.
La guerra es algo mucho más complejo que la violencia física contra otros. El concepto es tan profundo que muchas culturas han divinizado el acto como una de las más grandes manifestaciones de la vida. En esta ocasión hablamos de los enemigos internos y cómo pueden destruirnos mucho antes de empezar una batalla o lidiar con un enemigo. Los ejercicios para combatirlos son también una forma de guerra que podemos librar todos los días.

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