La semana pasada tuve la oportunidad de visitar el Memorial de Nietzsche (Nietzsche Gedenkstätte) en un pequeño pueblo de Alemania llamado Röcken en la zona cercana a Lützen. El lugar apenas tiene 150 personas y su principal atracción es la tumba del filósofo. Nietzsche en realidad tiene dos tumbas, una real, en dónde fue enterrado en 1900 y otra creada 100 años más tarde por Klaus F. Messerschmidt’s quien hizo una escultura de tres Nietzsches, uno tomado del brazo de su hermana Elisabeth y otros dos desnudos con solo un sombrero en su mano. La obra llamada “Bacanal” se refiere a una carta de Nietzsche a su amigo Jacob Burckhardt en 1889 en la que describía su propio funeral “Durante este otoño, vestido con lo menos posible, atendí a mí propio funeral dos veces”.

La tranquilidad del lugar contrasta con la intempestiva mente del autor quien está enterrado junto a su hermana y otro familiar más. Frente a la tumba se encuentra una banca en la que uno puede sentarse a leer o descansar. El lugar también posee una iglesia abandonada en la que Nietzsche fue bautizado, el edificio fue construido en la segunda mitad del siglo 12. En la parte de atrás es posible visitar el memorial del filósofo en la que se cuenta toda su vida y el árbol genealógico del que proviene. Tienen guías en diferentes idiomas y es posible escuchar algunos audios en los que se habla de Nietzsche o se recita alguno de sus poemas.

Nietzsche

Durante el tiempo que estuve en el memorial me enteré de algunas cosas que no sabía de Nietzsche. La que más me impactó fue lo que escribió Harry Graf Kessler en agosto de 1900

“No sólo la falta de famosos, sino de nombres reconocibles atendieron su ceremonia de funeral, es lamentable la falta de gente valiosa y notable. Stoeving, Heinze, Gersdoff, Gast, son buenos, pero son gente mediocre. No había ni una sola mente notable o intelectual. Ni siquiera alguna fuerte semilla prometedora para el ahora, o para el futuro”.

Busto de Nietzsche

Nietzsche murió olvidado, en condición de perdedor en la vida. Nunca logró el éxito académico (su tesis fue el Nacimiento de la tragedia y contrariaba mucho de lo que se creía de los griegos en esa época) y apenas contaba con un par de alumnos. No tuvo una salud notable ya que desde joven padecía fuertes dolores de cabeza y sífilis adquirida en algún burdel que frecuentaba.

Sus relaciones amorosas también fueron un fracaso y Lou Andreas Salomé fue de las primeras en ejemplificar el término friendzone en el cuál siempre tuvo a Nietzsche. La soledad del autor le dio la oportunidad de escribir algunas de las obras más importantes de ese siglo y el siglo por venir. La suerte de Nietzsche fue actuar de forma estoica y abrazar su destino para convertirlo en Amor Fati, una de las ideas más populares del pensador alemán. El declara en Ecce Homo y el Anticristo que es un pensador prematuro y que su destino pertenece al futuro. Y este termina siendo una de las consignas más acertadas que tuvo. Pues tuvieron que pasar 25 años para que sus libros empezaran a ganar fama y popularidad. En vida, Nietzsche tuvo recurrir a la asistencia de amigos y familiares para sobrevivir.

Nietzsche y el nihilismo

A Nietzsche le aterraba muchísimo el futuro. Pensaba que la muerte de Dios (cuyo significado es la caída de todos los valores e instituciones que precedían a la ilustración) traería un enorme vacío o nihilismo en las sociedades venideras. Nietzsche pensó en diversas soluciones para resolver este problema, una fue atacar los valores morales en los que se sostiene la sociedad occidental y cuya fuente viene esencialmente del cristianismo. Pensó que los valores derivados de la religión eran los responsables de la modernidad actual. Años más tarde se vio reflejado este nihilismo en dos de las mayores guerras que ha habido en la historia.

Pronósticos que contrastan notablemente con la mente antisemita de su hermana quien modificó sus textos y los hizo alienarse con el nazismo en Alemania. País que Nietzsche nunca quiso mucho y cuya crítica puede observarse en El Crepúsculo de los Ídolos. Y parece que también los alemanes han olvidado al filósofo. He buscado en varías librerías textos del autor y apenas he encontrado novedades sobre él y algunas compilaciones de varios textos. A diferencia de México, aquí Nietzsche apenas lo reconocen los jóvenes y los empleados de las tiendas no saben como se escribe su nombre.

Yo esperaba encontrar diferentes versiones de sus libros en su lengua original y en diferentes formatos editoriales. Si ellos supieran que en México existen cientos de tesis, recopilaciones, reinterpretaciones y análisis sobre el autor y sus ideas.

Libros de Nietzsche

Los lectores de Nietzsche

Pero todas estas sensaciones de tristeza y melancolía desaparecieron cuando leí la última atracción oculta del Memorial de Nietzsche: la libreta de agradecimientos y felicitaciones. El cuaderno contiene cientos de notas dejadas por visitantes anteriores. En la última se pueden leer textos en todos los idiomas posibles, alemán, inglés, español, chino, coreano, japonés, árabe, hindú y muchos otros que apenas pude reconocer. La palabra más repetida en la libreta es “Danke” que quizás es la que mejor describe la expresión que surge de los lectores de las generaciones venideras.

Cientos de personas de todo el mundo han llegado al memorial para vivir una experiencia única y agradecer al autor que más ha influido a los pensadores del siglo XX y a ellos mismos. En su tumba hoy en día existe una carta dirigida hacia él (plastificada y atada a una piedra) que sólo su autor sabe que dice (posiblemente hubo más en el pasado). Pero en la libreta se puede observar lo que la gente de hoy en día piensa del autor y cómo ha traspasado fronteras y ha sobrevivido al paso del tiempo.

En la libreta también existen dibujos y retratos de Nietzsche. Prueba de que existen miles de personas alrededor del mundo que han entendido su importancia para el siglo XXI. Y es que justo cómo él lo dijo, es un autor póstumo que apenas en las últimas décadas ha obtenido cada vez más relevancia. La similitud más grande que comparto con el autor es su amor por las culturas antiguas. Siendo Nietzsche más un filólogo que filósofo y cuyo amor por los griegos me hace sentir identificado. Antes que un moderno, Nietzsche fue más un romántico y antes que un maestro fue un discípulo del pensamiento griego. El “discípulo de Dionisio” debería ser un apodo más popular para el autor, quién fue el mismo que pidió este apodo.

Justo antes de irme, me senté a leer algunos de mis aforismos favoritos de Nietzsche en la banca. Empecé con el más citado de la Gaya Ciencia que resume muy bien la idea del retorno. Después me pasé con algunos del Crepúsculo de los Ídolos mi libro favorito del autor y terminé con las primeras palabras de Nietzsche en Ecce Homo, uno de sus últimos libros que tuvo la suerte de hablar de sí mismo y cómo le gustaría ser recordado:

“Como preveo que dentro de poco tendré que dirigirme a la humanidad presentándole la más grave exigencia que jamás se le ha hecho, me parece indispensable decir quién soy yo. En el fondo sería lícito saberlo ya: pues no he dejado de «dar testimonio» de mí. Mas la desproporción entre la grandeza de mi tarea y la pequeñez de mis contemporáneos se ha puesto de manifiesto en el hecho de que ni me han oído ni tampoco me han visto siquiera.

Yo vivo de mi propio crédito; ¿acaso es un mero prejuicio que yo vivo? Me basta hablar con cualquier «persona culta» de las que en verano vienen a la Alta Engadina para convencerme de que yo no vivo. En estas circunstancias existe un deber contra el cual se rebelan en el fondo mis hábitos y aún más el orgullo de mis instintos, a saber, el deber de decir: ¡Escuchadme, pues yo soy tal y tal! ¡Sobre todo, no me confundáis con otros!

Por ejemplo, yo no soy en modo alguno un espantajo, un monstruo de moral; yo soy incluso una naturaleza antitética de esa especie de hombres venerada hasta ahora como virtuosa. Dicho entre nosotros, a mí me parece que justo esto forma parte de mi orgullo. Yo soy un discípulo del filósofo Dioniso, preferiría ser un sátiro antes que un santo. Pero léase este escrito. Tal vez haya conseguido expresar esa antítesis de un modo jovial y afable, tal vez no tenga este escrito otro sentido que ése.

La última cosa que yo pretendería sería «mejorar» a la humanidad. Yo no establezco ídolos nuevos, los viejos van a aprender lo que significa tener pies de barro. Derribar ídolos («ídolos» es mi palabra para decir «ideales»), eso sí forma ya parte de mi oficio. A la realidad se la ha despojado de su valor, de su sentido, de su veracidad en la medida en que se ha fingido mentirosamente un mundo ideal. El «mundo verdadero» y el «mundo aparente»; dicho con claridad: el mundo fingido y la realidad. Hasta ahora la mentira del ideal ha constituido la maldición contra la realidad, la humanidad misma ha sido engañada y falseada por tal mentira hasta en sus instintos más básicos hasta llegar a adorar los valores inversos de aquellos solos que habrían garantizado el florecimiento, el futuro, el elevado derecho al futuro.

Quien sabe respirar el aire de mis escritos sabe que es un aire de alturas, un aire fuerte. Es preciso estar hecho para ese aire, de lo contrario se corre el no pequeño peligro de resfriarse en él. El hielo está cerca, la soledad es inmensa; ¡más qué tranquilas yacen todas las cosas en la luz!, ¡con qué libertad se respira!, ¡cuántas cosas sentimos debajo de nosotros! La filosofía, tal como yo la he entendido y vivido hasta ahora, es vida voluntaria en el hielo y en las altas montañas: búsqueda de todo lo problemático y extraño que hay en el existir, de todo lo proscrito hasta ahora por la moral.

Una prolongada experiencia, proporcionada por ese caminar en lo prohibido, me ha enseñado a contemplar las causas a partir de las cuales se ha moralizado e idealizado hasta ahora, de un modo muy distinto a como tal vez se desea: se me han puesto al descubierto la historia oculta de los filósofos, la sicología de sus grandes nombres. ¿Cuánta verdad soporta, cuánta verdad osa un espíritu? Esto fue convirtiéndose cada vez más, para mí, en la auténtica unidad de medida.

El error (el creer en el ideal) no es ceguera, el error es cobardía. Toda conquista, todo paso adelante en el conocimiento es consecuencia del coraje, de la dureza consigo mismo, de la limpieza consigo mismo. Yo no refuto los ideales, ante ellos, simplemente, me pongo los guantes. Ni timur in vetitum [nos lanzamos hacia lo prohibido]: bajo este signo vencerá un día mi filosofía, pues hasta ahora lo único que se ha prohibido siempre, por principio, ha sido la verdad.

Entre mis escritos ocupa mi Zaratustra un lugar aparte. Con él he hecho a la humanidad el mayor regalo que hasta ahora ésta ha recibido. Este libro, dotado de una voz que atraviesa milenios, no es sólo el libro más elevado que existe. El auténtico libro del aire de alturas —todo lo hecho «hombre» yace a enorme distancia por debajo de él— es también el libro más profundo, nacido de la riqueza más íntima de la verdad, un pozo inagotable al que ningún cubo desciende sin subir lleno de oro y de bondad.

No habla en él un «profeta», uno de esos espantosos híbridos de enfermedad y de voluntad de poder denominados fundadores de religiones. Es preciso ante todo oír bien el sonido que sale de esa boca, ese sonido alciónico, para no ser lastimosamente injustos con el sentido de su sabiduría. «Las palabras más silenciosas son las que traen la tempestad. Pensamientos que caminan con pies de paloma dirigen el mundo.»

Los higos caen de los árboles, son buenos y dulces; y, conforme caen, su roja piel se abre. Un viento del norte soy yo para higos maduros. Así, cual higos, caen estas enseñanzas hasta vosotros, amigos míos: ¡bebed su jugo y su dulce carne! Nos rodea el otoño, y el cielo puro, y la tarde.

No habla aquí un fanático, aquí no se «predica», aquí no se exige fe: desde una infinita plenitud de luz y una infinita profundidad de dicha va cayendo gota tras gota, palabra tras palabra, una delicada lentitud es el tempo propio de estos discursos. Algo así llega tan sólo a los elegidos entre todos; constituye un privilegio sin igual el ser oyente aquí; nadie es dueño de tener oídos para escuchar a Zaratustra… ¿No es Zaratustra, con todo esto, un seductor?… ¿Qué es, sin embargo, lo que él mismo dice cuándo por vez primera retorna a su soledad? Exactamente lo contrario de lo que en tal caso diría cualquier «sabio», «santo», «redentor del mundo» y otros decadente [decadentes] No sólo habla de manera distinta, sino que también es distinto.

¡Ahora yo me voy solo, discípulos míos! ¡También vosotros os vais ahora solos! Así lo quiero yo.

En verdad, éste es mi consejo: ¡Alejaos de mí y guardaos de Zaratustra! Y aun mejor: ¡avergonzaos de él! Tal vez os ha engañado. El hombre del conocimiento no sólo tiene que poder amar a sus enemigos, tiene también que poder odiar a sus amigos. Se recompensa mal a un maestro si se permanece siempre discípulo. ¿Y por qué no vais a deshojar vosotros mi corona?

Vosotros me veneráis: pero ¿qué ocurrirá si un día vuestra veneración se derrumba? ¡Cuidad de que no os aplaste una estatua! ¿Decís que no creéis en Zaratustra? ¡Mas qué importa Zaratustra! Vosotros sois mis creyentes, ¡más qué importan todos los creyentes!

No os habíais buscado aún a vosotros: entonces me encontrasteis. Así hacen todos los creyentes: por eso vale tan poco toda fe. Ahora os ordeno que me perdáis a mí y que os encontréis a vosotros; y sólo cuando todos hayáis renegado de mi volveré entre vosotros.”

Y habiendo leído estas últimas palabras, me levanté de la banca y me despedí de filósofo que no quería discípulos ni fanáticos, sino más bien advertirnos del peligro que supone ser aplastado por una estatua.

Der Wille zur Macht!

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3 replies on “Visita al Nietzsche Gedenkstätte”

  • […] Visita al Nietzsche Gedenkstätte […]

  • andres
    diciembre 6, 2024 at 6:17 pm

    hola, espero estes bien me gusto mucho lo que hablas de tu visita a la tumba del filosofo, quisiera saber algo pues quiero visitar el Memorial de Nietzsche, me puedes decir que transporte se debe tomar para llegar al sitio estando en Weißenfels, gracias.

    • tenamaxtli
      enero 8, 2025 at 5:02 am

      Hola Andrés, para llegar al memorial de Nietzsche tienes que acercarte a la ciudad de Leipzig. Existen diversas formas de llegar ahí. Yo utilicé Blablacar para llegar al pueblo de Nietzsche que es Lützen. En el pueblo puedes caminar hacia la calle TeichstraBe 8. La gente puede darte guía una vez que estés cerca. En esa zona hay menos gente que hable inglés así que lleva unas preguntas en alemán para que no tengas problemas. Google maps también es útil si tienes servicio de telefonía. ¡Saludos!