“More than this, you know there’s nothing. More than this, just tell me one thing.”

Bob, Lost in Translation

Desde tiempos antiguos, el amor ha sido objeto de estudio de la filosofía y las definiciones filosóficas sobre el amor han jugado un papel importante en su definición e interpretación, aún en la actualidad. Pero, a pesar de que persisten ciertas ideas en torno a las relaciones románticas, la manera en que se manifiestan en la vida real difiere bastante de las concepciones idealizadas que seguimos arrastrando culturalmente. Tal es el caso del romance condenado que seguiremos explorando, en esta ocasión con la película Lost in Translation o “Perdidos en Tokio” (2003), escrita y dirigida por Sofía Coppola.

Lost in Translation empieza con un encuentro fortuito que se convierte en una experiencia reveladora y transformadora para Bob (Bill Murray) y Charlotte (Scarlett Johansson). Los caminos de dos personas que no parecen tener nada en común se cruzan en un momento en el que se sienten solos y perdidos. Los estilos de vida, gustos e incluso la edad de los protagonistas difieren significativamente, sin embargo, ambos están pasando por una crisis en la que están cuestionando muchos aspectos de sus vidas. Las dificultades en sus respectivos matrimonios y la falta de claridad sobre la dirección que está tomando su futuro permiten que se dé un fuerte nexo emocional entre ellos.

Contrario a lo que se podría suponer, la conexión nunca pasa de ser una infatuación platónica. La imposibilidad de un final feliz es evidente desde el principio ya que la historia se desarrolla en Tokio mientras Bob y Charlotte están de viaje y al cabo de unos días tendrán que regresar a sus vidas habituales. La elección de un hotel como el escenario principal de la película no es aleatoria; el hotel lleva una carga simbólica importante al ser un espacio en el que las personas solo están de paso. Pero esto no desanima a los protagonistas, al contrario, les da una razón para valorar el poco tiempo que tienen para estar juntos.


Perdidos en Tokio


Charlotte es una joven recién graduada de filosofía que está pasando por una crisis laboral y marital. Está en Tokio acompañando a su esposo en un viaje de trabajo. Ella se enfrenta a la soledad provocada por la desconexión que siente con él. Aun cuando están juntos, hay una gran distancia emocional; los momentos en los que conviven se reducen a interacciones superficiales y vacías. Esto lleva a Charlotte a buscar una conexión en otra parte y la encuentra con Bob.

Por su parte, Bob es un actor en declive que está en Tokio filmando un anuncio de whiskey. Como Charlotte, está desconectado de su familia y estancado profesionalmente. Cuando Charlotte le pregunta qué hace en Tokio, él responde: “Taking a break from my wife, forgetting my son’s birthday. And, uh, getting paid two million dollars to endorse a whiskey when I could be doing a play somewhere.” (Tomando un descanso de mi esposa, olvidando el cumpleaños de mi hijo. Y, ah, me están pagando dos millones de dólares para promocionar un whiskey cuando podría estar actuando en una obra de teatro en algún lugar.) Las llamadas telefónicas con su esposa siempre son breves y banales, no hay un interés en compartir lo que está pasando en sus vidas. Bob encuentra en Charlotte alguien que lo escucha y comprende.


A lo largo de la película se exploran las temáticas de la soledad, el aislamiento, la búsqueda de significado y la falta de conexión a través de las experiencias personales de los protagonistas. Bob y Charlotte se sienten literalmente perdidos en Tokio; no hablan el idioma, el choque cultural es tremendo y el cambio de horario les genera insomnio. Todo resulta complicado. Cuando se da la primera interacción entre ellos, es la primera vez que algo se siente natural y sencillo. Por unos momentos el agobio de los últimos días desaparece.

Un romance existencialista


Lost in Translation es la historia de dos personas pasando por una crisis existencial buscando autenticidad y reconocimiento en el otro. La obra se puede describir como un romance posmoderno con un toque existencialista. Para Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvior, dos de los representantes más importantes del existencialismo, no hay un propósito predestinado que debemos descubrir en nuestra vida; cada individuo es libre de crear su vida como quiere, basándose en los valores que elija. Al ir creando y modelando nuestra vida libremente, somos responsables de las decisiones que tomamos, así como de sus resultados y consecuencias. El peso de esa libertad llega a ser abrumadora, llevándonos a una sensación de estar perdidos. Este es, justamente, el estado que predomina en Bob y Charlotte al inicio. Sus decisiones, tanto a nivel personal como profesional, han provocado que se sientan insatisfechos con sus vidas. A Bob ya no le interesa ser reconocido por sus admiradores, se ha vuelto indiferente a su fama. La relación con su esposa denota esa misma indiferencia. Por su parte, Charlotte no sabe qué rumbo tomar con respecto a su carrera y, al mismo tiempo, empieza a dudar si se casó con la persona adecuada. Su esposo está tan absorbido por su trabajo que ella se siente cada vez más invisible.


El tinte posmoderno de la obra se aprecia en la sensación omnipresente de desilusión, dispersión y discontinuidad. La desorientación que sienten en Tokio es una analogía de la incertidumbre que están experimentando. La melancolía contrasta con las vibrantes luces neón de la ciudad a manera de metáfora de sus vidas en ese momento. Hay mucha falsedad en la imagen que proyectan al mundo, en la superficie aparentan ser personas alegres y coloridas, pero en el fondo predomina la soledad y la infelicidad. El entorno distópico los lleva a experimentar una pérdida de sentido y motivación que será gradualmente reemplazada por una conexión profunda que crece con cada interacción. Cuando Bob y Charlotte están juntos empiezan a sonreír, a sentirse cómodos, a divertirse. Hay empatía y comprensión entre ellos, dos elementos faltantes en sus respectivos matrimonios. En la mirada del otro pueden ver el reflejo de sus propios pesares, y poder compartirlos crea un lazo fuerte entre ellos.


Otro estado que reflejan los protagonistas es la depresión. Antes de conocer a Bob, Charlotte pasa sus días encerrada en su cuarto de hotel sin hacer gran cosa. Le cuesta trabajo tomar decisiones y el tiempo se le va sentada junto a la ventana. No le entusiasma salir y conocer el país en el que se encuentra, sus paseos siempre son breves y solitarios. Ella misma se sorprende ante su dificultad para sentir emociones: “I went to this temple and all these monks were chanting and I didn’t feel anything.” (Fui a un templo y todos los monjes estaban cantando y no sentí nada.) Esto no es lo que uno esperaría de una recién graduada de filosofía quien debería estar ávida por conocer todo sobre la ideología y el estilo de vida de los japoneses. No vemos a Charlotte visitar un museo o galería, no busca ir a eventos culturales, solo camina sin rumbo bajo la lluvia reflejando su estado de ánimo gris. Por su parte, Bob pasa el tiempo sentado en el bar del hotel. Tampoco le interesa conocer la ciudad ni interactuar con sus anfitriones; simplemente repite movimientos y acciones en automático, sin emoción discernible. Cuando ambos se encuentran en el fondo del abismo, juntos empezarán a ver una luz que los ayudará a salir.

Charlotte: ‘I’m stuck. Does it get easier?’

Bob: ‘No.—Yes, it gets easier.’

Charlotte: ‘Oh yeah? Look at you.’

Bob: ‘Thanks.’”

Charlotte, Bob, Lost in Translation

¿Romance condenado o platónico?

A pesar del vínculo que se da entre Bob y Charlotte, su relación nunca desarrolla un componente físico o romántico, se mantiene en un estado platónico. Es importante aclarar que el término de “amor platónico” no se refiere a un amor utópico o imposible como comúnmente se cree; es un amor que se basa en la admiración y una fuerte conexión sin que haya una atracción física o sexual. En el diálogo de El Banquete, Platón afirma que los seres humanos buscan el amor para sentirse completos y que, a través de ese amor, se genera una motivación para que haya una mejoría mutua. Este beneficio se aprecia claramente en la evolución que tienen tanto Charlotte como Bob a lo largo de la película.
Uno de los miedos más arraigados de la condición humana es el de estar solo. La ansiedad e inseguridad que acompañan a dicho miedo lleva a una constante búsqueda de aquello que nos haga sentir completos. En ese tenor, el amor “individualiza a quienes lo experimentan insertándolos en una narrativa personalizada que asocia el amor y la libertad como valores deseables que condicionan la autorrealización. «No es el ardor sexual lo que prima sino la idealización del otro, la aprehensión intuitiva de sus cualidades que lleva a concebir la relación con ese otro como la única alternativa de completud del sí mismo” (Carlés, s.f., p. 11).

Para Platón, este tipo de amor se alcanza cuando dos personas encuentran cualidades en el otro que los lleva a sentirse completos. El amor platónico parte de una conexión fuerte y especial entre personas que comparten aprecio, respeto, confianza y aceptación. Evoca una sensación de sentirse bien y querido sin que haya un interés sexual o romántico. Lo que se da entre Bob y Charlotte coincide perfectamente con esta definición; nunca hay un interés en llevar la relación a un nivel pasional o romántico, no es eso lo que están buscando.


Un amor que transforma


Sofía Coppola tiene una conexión muy personal con su obra ya que la escribe cuando su propia relación con Spike Jonze estaba por acabarse. La película fue una especie de catarsis para Coppola que le permitió procesar lo que estaba sintiendo en ese momento. Tiempo después, Jonze escribió Her, quizá como respuesta a Lost in Translation. Mientras que Coppola se enfoca en el principio del final de su relación, Jonze muestra el momento de resolución tras el fracaso. Las semejanzas y diferencias entre las dos películas reflejan las experiencias personales de ambos, pero al final concuerdan en que lo importante es buscar una conexión genuina para poder tener una relación significativa.

A pesar de tener ya 20 años, Lost in Translation sigue teniendo vigencia al presentar temáticas muy actuales con las que se pueden identificar los jóvenes, como la soledad, el aislamiento y la sensación de estar perdidos o estancados. La película trata sobre los momentos en nuestra vida en que nos sentimos desconectados y la consecuente búsqueda de una conexión. Todos hemos experimentado esto; la crisis que están viviendo Bob y Charlotte resuena fuertemente en el espectador y genera empatía con los personajes.

Aunque Bob y Charlotte vienen de contextos muy distintos, ambos están lidiando con las mismas insatisfacciones en torno a sus matrimonios y vida laboral. Además de la compañía y comprensión que comparten, la relación que se da entre ellos va a aportar cosas distintas para cada uno. Bob se siente rejuvenecido y con nueva energía al convivir con Charlotte, mientras que ella encuentra un mentor que le da consejos sobre su futuro y la alienta a encontrar su pasión. “I just don’t know what I’m supposed to be,” (Es que no sé qué debo ser) comenta Charlotte. Bob la tranquiliza: “You’ll figure that out. The more you know who you are, and what you want, the less you let things upset you.” (Ya lo encontrarás. Mientras más sabes quién eres y qué quieres, las cosas te molestan menos.) Se convierten en la pieza faltante del rompecabezas que los motiva a disfrutar su estancia en un país tan culturalmente distinto al suyo y ya no se sienten tan solos y perdidos. Lo que cada uno le da al otro es justo lo que necesitan en ese momento.


Si bien, Lost in Translation, es considerada una de las grandes películas de romance condenado, yo propongo que corresponde más bien a una historia de amor platónico, quizá breve y efímero, pero fundamentado en una conexión fuerte y especial entre dos personas que comparten admiración, afecto, aceptación y confianza. No es una historia de amor en el sentido romántico, es una historia de transformación en la que los protagonistas pasan de estar perdidos y desconectados a sentir un nexo muy poderoso que los ayuda a emprender un camino de sanación y renovación.


Hay personas que se cruzan en nuestro camino por solo un instante, pero que llegan a ser muy significativas y tienen un fuerte efecto reparador en nuestra vida. Tal es el caso del encuentro entre Bob y Charlotte. Es evidente que no harían una buena pareja, pero son el uno para el otro en ese momento de sus vidas. El amor que comparten perdurará aunque nunca se vuelvan a ver, y ambos tendrán siempre un recuerdo sumamente especial de ese tiempo que compartieron. No todas las personas que llegan a nuestra vida deben permanecer en ella; a veces solo están por un momento para darnos un impulso.


Referencias



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Carlés, M. (s.f.). El amor y la libertad según Sartre. Universidad Nacional de Tucumán, Argentina. Recuperado de: https://www.academia.edu/34894296/El_amor_y_la_libertad_seg%C3%BAn_Sartre

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Ortega-Lozano, R. et al. (2023). La soledad en el cine a propósito de Lost in Translation (2003) y Her (2013). Rev. Medicina y Cine., 19 (4), 317-330. Ediciones Universidad de Salamanca. DOI: https://doi.org/10.14201/rmc.31205

Ott, Brian & Keeling, Diane. (2011). Cinema and Choric Connection: Lost in Translation as Sensual Experience. Quarterly Journal of Speech. 97. 363-386. 10.1080/00335630.2011.608704.

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Para saber más

¿Cuál es el punto de un romance condenado?: Her https://blog.rebelionantigua.com/cual-es-el-punto-de-un-romance-condenado-her/

Waking Life: Despertando para encontrar el sentido de la vida https://blog.rebelionantigua.com/waking-life-despertando-para-encontrar-el-sentido-de-la-vida/

Aprendiendo a perder: Una mirada al cine de perdedores https://blog.rebelionantigua.com/aprendiendo-a-ver-cine-de-calidad-perder-una-mirada-al-cine-de-perdedores/

Manic Pixie Dream Girl: amor y fantasía en el cine https://blog.rebelionantigua.com/maniac-pixie-dream-girl-amor-y-fantasia-en-el-cine/

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