Entre dos grupos de personas que quieren hacer mundos incompatibles, no veo ninguna solución más que la fuerza»
Oliver Wendell Holmes
Podemos encontrar dos aspectos perdidos de sociedades anteriores a la nuestra. La capacidad de autodefensa y el pensamiento estratégico utilizado para ganar conflictos bélicos. Y es que en un conflicto que involucra la pérdida o conservación de la vida, la estrategia se manifiesta en su forma más pura. Es por eso que me he dedicado a observar la estrategia desde el punto de vista militar en los últimos años. La modernidad ha emasculado las actitudes violentas de los individuos y las ha reemplazado con las actitudes cortesanas que hoy permeean la vida pública. En otras palabras,
ser violento es altamente penado el día de hoy.
La respuesta a esta actitud en el monopolio de la violencia que ha ejercido el estado para este asunto. La única violencia permitida en caso de extrema necesidad proviene del gobierno. El individuo promedio no tiene porqué ejercer la violencia por su propia mano. Es un conocimiento que puede ser excluido de su vida sin ninguna consecuencia visible. Es entonces que la violencia física se traspasa a la verbal y en la resolución de conflictos se dan a través de la lógica argumental y la retórica. El que convence o se hace escuchar entre mas individuos gana. Esta transición se dio en el siglo XIX cuando las grandes potencias del mundo se disputaban los territorios del mundo en un juego político y bélico. Uno de sus máximos exponentes fue el francés
Charles Maurice de Talleyrand quien muchos consideran uno de los grandes de la diplomacía. Sobrevivió gracias a la moderna habilidad de manejar la actitud cortesana. Incluso Napoleón lo mantuvo cerca para aprender de él.
La disputa por el poder a principios de la historia humana se dio en términos violentos. Las civilizaciones de Medio Oriente y el norte de África fueron los primeros en establecer conflictos entre lo que hoy se denominan ciudades-estado. Ramses II tuvo un enfrentamiento violento con el rey hitita Muwatalli en Kadesh de la que tenemos conocimiento debido a que quedaron documentados en piedra los detalles del enfrentamiento. Aunque la diplomacia ha existido a la par de las guerras, es la estrategia cortesana la que ha permanecido hasta nuestros días y cuyas reglas aplican en la resolución de disputas políticas a nivel micro y macro de la sociedad.
Steven Pinker incluso a escrito
un libro en que defiende que la naturaleza humana para resolver conflictos tiende hacia medios pacíficos. Aunque no todo el planeta está en paz, si lo está mayor parte de el. Y la tendencia es que continúe de esta forma.
La diferencia entre un guerrero y un político es que el primero manifiesta su desacuerdo con un sentido franco y directo. Cosa contraria con el político que siempre busca una forma de ser violento mediante formas retóricas. El mundo moderno no ve con buenos ojos el arreglo de disputas mediante la violencia. Aunque de alguna forma se sigue dando como la guerra entre la mafia que en el caso de México se ve con los narcotraficantes. Los medios legales según presume el Estado son siempre pacíficos y la obtención del poder requiere de artimañas políticas para ganarse al electorado.
En Roma el conflicto verbal como físico estaban al mismo nivel. Si las disputas no podían ser resueltas hablando, pasar a la violencia era de lo más común. Caso sucedido en las guerras púnicas contra Cartago. Cuando el negociador romano fue al senado cartaginés para resolver un conflicto que se había suscitado en la península ibérica la frase que pronunció frente a los senadores fue «escojan la paz o la guerra, a Roma le da igual».
En América existió un tipo de guerra convenida. Diversos pueblos en México organizaron guerras planeadas para conquistar territorios. Las llamadas guerras floridas fueron batallas concertadas entre pueblos. Tradición que aún se conserva en diversos pueblos en dónde los pobladores se reunen para arreglar disputas entre personas que no se llevan bien. Esto marca un equilibrio entre la estrategia cortesana y la guerrera.
¿Existen conflictos que no se pueden resolver desde el diálogo?
Cualquier ciudadano común argumentaría a favor del diálogo en lugar de la violencia para resolver conflictos. La razón más simple es que hablar es más económico que enfrentarse físicamente ya que puede ponerse en juego la vida y las energías requeridas para ganar son muchas. Es por eso que Sun Tzu considera que el mejor combatiente es aquél que gana empleando la menor cantidad de esfuerzo posible e incluso sin emplear la violencia. Situación que en muchos suena demasiado ideal. Como ejemplo tendríamos el conflicto Palestina-Israel en el que parece que el diálogo es un recurso agotado y el uso de los recursos violentos parece no ser suficiente para terminar el conflicto. Un vídeo que circula en Youtube nos musicaliza el conflicto desde sus inicios.
Incluso la política moderna que se jacta de arreglar conflictos pacíficamente termina ejerciendo la violencia «en lo oscurito» para ganar poder o culpar al otro para ganar apoyo popular. Estrategia muy usada por los gobiernos para desacreditar movimientos en su contra.
Quizás lo que le falta a este mundo moderno es una legítimización del uso de la fuerza como alternativa a la resolución de conflictos. De esta forma se pueden moderar y hacerlo más como un deporte que lime asperezas y que no se practique clandestina en forma de guerra total con altos costes para los contrincantes.
One reply on “Guerra y estrategia (9): El mundo cortesano”
Hay un momento de la historia en que ya no se fue honorable en la batalla. Probablemente esto inició en la invasión española a América donde contó más la intriga para que otros pelearan por uno mismo. Sabido es que los europeos no libraban sus batallas y dejaban que los nativos americanos se despedazaran entre ellos gracias a viejos odios.
Sin embargo las guerras del siglo XIX de los europeos contra diversos pueblos se nutrieron de batallas donde la tecnología se impuso. Los rusos masacraron en Siberia al ejército de Dublai Khan debido a que estos últimos quisieron combatir cuerpo a cuerpo. Los rusos simplemente apretaban sus gatillos.
Lo mismo pasó en Japón y en Norteamérica. El primer caso fue el de los samurai que prefirieron morir planteando la lucha cuerpo a cuerpo que usar las armas de fuego.
El caso de Norteamérica fue similar, invasión al territorio gracias al uso de las armas de fuego.
A estas alturas el honor guerrero era una conducta moral en plena decadencia en el mundo de la modernidad.
Pareciera que ser moderno, es no tener un honor guerrero.