En el primer siglo AC, la República romana, se encontraba en las primeras etapas de su expansión imperial. La incorporación de nuevos territorios empezó a generar problemas internos que amenazaron su estabilidad. Uno de los asuntos principales era la cuestión de la ciudadanía romana ya que muy pocos de los habitantes incorporados lograban obtenerla, inclusive aquellos que prestaban servicio a la República.
En la década de los 90s se desató una rebelión interna conocida como la Guerra Social en la que el ejército romano se vio obligado a luchar en contra de soldados entrenados que habían sido parte de las legiones. Al final, Roma se vio obligada a otorgarles ciudadanía a los rebeldes para que dejaran las armas.
Bajo estos antecedentes estalla en los 70s la tercera guerra servil, una revuelta esclava encabezada por un personaje conocido como Espartaco que resultó ser uno de los episodios más humillantes de la historia de Roma. “Espartaco era un esclavo condenado a muerte, situado en lo más bajo de la escala social romana. En teoría, tendría que haber sido un hombre ante el que cualquiera volviera la cara con desprecio y desdén. Sin embargo, tan alienado estaba el pueblo llano de Italia que, en lugar de resistir a Espartaco, se unieron a él por millares,” comenta Philip Matyszak, autor del libro “Los enemigos de Roma”.
La rebelión encabezada por Espartaco se ha tomado como estandarte de la lucha de una clase oprimida por obtener su libertad, hecho que ha resonado con muchos grupos e ideologías. En términos marxistas, la revuelta fue un ejemplo perfecto de lucha de clases. El filósofo francés Voltaire tuvo una opinión un tanto radical al respecto, describiendo a la tercera guerra servil como “la única guerra justa en la historia”. Más de 2,000 años después este levantamiento sigue siendo una inspiración para escritores, pensadores, libros, películas, serie de televisión y hasta videojuegos. Conozcamos más a fondo este episodio de la historia.
¿Quién fue Espartaco?
Espartaco era originario de Tracia, una zona principalmente agrícola ubicada al noreste de Macedonia. Espartaco no era su nombre real; “Spartakos” era un lugar en Tracia y se acostumbraba nombrar a los esclavos por su lugar de origen. No se sabe mucho de su vida antes de ser esclavo; justamente, uno de los problemas al tratar de reconstruir la historia, tanto de Espartaco como de la revuelta, es la falta de información consistente, ya que las fuentes contienen datos distintos y hasta contradictorios en ocasiones.
Las fuentes ofrecen diferentes versiones para explicar cómo llegó a ser esclavo, por ejemplo, el historiador romano Apiano dice que Espartaco luchó contra el ejército romano y, tras ser capturado fue vendido como esclavo. Según el historiador Floro, Espartaco fue soldado auxiliar del ejército romano y luego desertó y se convirtió en bandido. Eventualmente fue capturado y vendido como gladiador. Otra versión cuenta que Espartaco viajaba con su esposa antes de ser capturado. Pese a las diferencias, todas parecen coincidir en que Espartaco tenía ya cierto entrenamiento como soldado, ya fuera peleando en contra o en conjunto con los romanos. Esta habilidad fue la que lo llevó a terminar como gladiador.
Espartaco fue comprado por Léntulo Batiato, dueño de una escuela para gladiadores o ludus cerca de la ciudad de Capua. Fue entrenado como murmillo, una clase de gladiador de peso pesado que peleaba con una espada gladius y un escudo grande. Los gladiadores eran una clase especial de esclavos cuya función era pelear en combates públicos llevados a cabo en arenas y anfiteatros a manera de entretenimiento. Los dueños de los ludus compraban esclavos jóvenes y fuertes que tenían potencial para convertirse en buenos luchadores.
Una vez en el ludus de Batiato, Espartaco y un grupo de gladiadores se rebelaron y buscaron su libertad. Pronto esclavos fugitivos de toda Roma se fueron uniendo al movimiento, desencadenando la tercera guerra servil (73 – 71 a.C.) que se extendió por toda la península itálica. A pesar de su corta duración, los efectos de la revuelta perduraron, teniendo consecuencias graves a largo plazo para la política romana.
Cabe mencionar que la intención de Espartaco nunca pareció haber sido terminar con la esclavitud de la República romana. Su principal motivación debió ser simplemente ser libre y regresar a casa. Nunca imaginó que sus acciones inspirarían a tantos otros esclavos y mucho menos que desencadenarían toda una guerra.
El inicio de la rebelión
Tras estar una temporada en el ludus, Espartaco empezó a ver la manera de librarse de su condición de esclavo. Rápidamente encontró otros gladiadores dispuestos a orquestar un plan de escape. Alrededor de 70 esclavos formaron parte del complot y se dice que usaron implementos de cocina para luchar contra los guardias de la escuela. Al parecer el plan original incluía a unos 200 gladiadores pero la conspiración fue descubierta y solo lograron salir menos de la mitad.
Una vez afuera se encontraron una caravana de carros que transportaban equipo para gladiadores y la asaltaron. Derrotaron fácilmente a los pocos soldados que fueron enviados tras ellos y fueron reclutando esclavos para unirse a su revuelta. Espartaco y dos esclavos galos, Crixo y Enomao, que habían sido parte del complot, fueron elegidos como líderes del grupo. Eventualmente, decidieron armar su campamento cerca del cráter del monte Vesubio mientras más y más personas se les unían. Se estima que para esta primera etapa llegaron a reunir 70 mil personas.
La rebelión esclava que cambió la historia
La esclavitud era una institución bien establecida en Roma. La mayoría de los seguidores de Espartaco, al igual que él, no habían nacido en tal condición, sino que habían sido capturados en las numerosas guerras expansionistas de Roma y vendidos al mejor postor.
Al principio el senado no tomó la revuelta muy en serio, sin embargo envió al pretor Cayo Claudio Glabro con 3 mil hombres a aplacarla. Los esclavos derrotaron a las fuerzas romanas sin problema y lo que había iniciado como una rebelión insignificante se convirtió en una guerra a gran escala que se conoce como la tercera guerra servil. Es importante mencionar que hubo dos revueltas esclavas anteriores en Sicilia décadas antes, pero habían sido movimientos menores y fáciles de controlar.
Glabro intentó rodear a Espartaco y sus hombres pero dejaron una cara del Vesubio sin vigilancia ya que era tan empinada que asumieron que nadie intentaría bajar por allí. Espartaco empleó una estrategia muy astuta y él y sus hombres descendieron por esa pendiente usando cuerdas hechas de enredaderas. Lograron así tomar a los romanos completamente por sorpresa y derrotarlos fácilmente.
“Este éxito era un arma de doble filo,” explica Matyszak, “Al demostrar que podían sobrevivir y prosperar, atrajo a más seguidores pero, cuantos más fuesen éstos, más salvajes tendrían que ser sus saqueos para alimentarlos, y más violenta sería la respuesta de Roma. Era una espiral que refleja la verdad básica de que Espartaco no era más que un síntoma de una enfermedad más grave dentro de la política y la sociedad de Roma.” La élite romana se había empoderado al arrebatarles sus tierras a pequeños propietarios. Al obtener más terrenos fueron estableciendo latifundios que requerían de labor esclava. Los esclavos fugitivos que se unieron a Espartaco vivían en condiciones de abuso y brutalidad por parte de la élite romana, y al ver una alternativa para mejorar su situación no titubearon.
La información sobre la dinámica de los esclavos en el campamento es prácticamente nula, ya que todos los registros de los hechos vienen de informantes romanos. Las fuentes parecen coincidir, sin embargo, en que tras un año de libertad Espartaco decidió abandonar Italia y regresar a su tierra natal. Para esto debían atravesar la península y cruzar los Alpes. Antes de dirigirse hacia el norte tuvieron que buscar un lugar para pasar el invierno. Se establecieron en las regiones de Lucania y Bruttium y se dedicaron a entrenar sus fuerzas y producir armamento. Espartaco sabía bien que necesitaría un ejército en forma y bien armado para enfrentarse a los romanos a lo largo de su camino hacia el norte.
El senado se empezó a preocupar y finalmente se dio cuenta que Espartaco y sus hombres eran una amenaza real con el potencial de causar grandes problemas sociales para Roma. Para acabar con la rebelión, en el año 72 a.C., enviaron dos ejércitos consulares y uno bajo el mando de un pretor. Cabe mencionar que esto representaba una fuerza mucho mayor a la que se había necesitado en otras ocasiones para tomar naciones enteras. La presión del ejército romano generó diferencias entre los esclavos ya que unos querían regresar a sus lugares de origen mientras que otros querían continuar saqueando ciudades al sur de Italia. Finalmente, se dividieron en dos grupos. Para este momento Enomao ya había muerto y solo quedaban Espartaco y Crixo a la cabeza del movimiento. Los galos y germanos se fueron con Crixo, mientras que el resto, que eran tracios en su mayoría, se quedaron con Espartaco. El grupo de Crixo se dirigió hacia el monte Gorgano donde terminó enfrentándose a las tropas del pretor. Sin el liderazgo de Espartaco el ejército de Crixo no pudo vencer a los romanos y la mayoría murió, incluyendo a Crixo.
Espartaco se dirigió hacia el norte y se encontró rodeado por los ejércitos consulares. A pesar de que los esclavos tenían la desventaja, derrotaron primero a un ejército y luego al otro. La humillación fue tal para los romanos que nunca se supo exactamente cómo los rebeldes lograron obtener la victoria. Podemos suponer que Espartaco implementó nuevamente una estrategia brillante que sorprendió por completo a los legionarios. El hecho que un grupo de esclavos fugitivos surgiera victorioso batalla tras batalla era tan desconcertante para los romanos como lo era vergonzoso.
Para este momento ya habían recibido noticia de la derrota de Crixo, ante lo cual Espartaco sacrificó a 300 soldados romanos para conmemorar a sus compañeros caídos. El ejército esclavo que, según algunas fuentes, ya contaba con la impresionante cantidad de 120 mil individuos, inició su marcha hacia Roma. “Para tener una perspectiva correcta de lo que esto significaba, baste señalar que el mayor ejército que jamás puso Roma en un campo de batalla italiano fue el de la batalla de Cannas, que tenía en total unos 85,000 hombres. Los ejércitos romanos no sobrepasaban este número sencillamente porque mantener un ejército de estas dimensiones constituía una auténtica pesadilla logística,” comenta Matyszak.
A lo largo del camino hacia Roma los esclavos se enfrentaron a nuevos grupos de milicias romanas obteniendo victorias aplastantes. La derrota en Mutina del ejército del procónsul de Galia les dejó libre la ruta hacia los Alpes. Teniendo la libertad plena al alcance Espartaco se vio presionado a regresar hacia el sur ya que sus hombres no estaban listos para abandonar Italia mientras siguiera habiendo ciudades con riquezas que saquear. La revuelta continuaría.
Referencias
Matyszak, P. (2005). Los enemigos de Roma. Oberon: Madrid.
Wasson, D. L. (2014, August 14). “Spartacus.” World History Encyclopedia. Recuperado de: https://www.worldhistory.org/spartacus/
Para saber más
Guerra y estrategia (21): Invasiones sorprendentes del siglo XX
Guerra y estrategia(20): Marco Craso y la batalla de Carras
Guerra y Estrategia(19): Tucídides
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