Durante el medievo, en la época de la Horda de Oro mongol, el entonces kan Yaniberg, ordenó expulsar a los cristianos europeos de la zona de la península de Crimea. Durante la pelea y el sitio de la ciudad, la peste negra empezó a azotar el imperio mongol. Según los cronistas italianos, la enfermedad se empezó a ver entre los cristianos como un castigo divino hacia los mongoles por atacar a sus fieles. Los mongoles incómodos de la enfermedad (y posiblemente de los rumores de sus enemigos) comenzaron a lanzar sus cadáveres infectados hacia los interiores de la ciudad asediada. Aunque los europeos intentaron deshacerse de la virulencia, la infección les llegó a ellos también y según las estadísticas de ese tiempo, sólo uno de cada mil sobrevivían a la enfermedad.

Ese cadáver putrefacto de la peste negra ha vuelto a la modernidad. Pero se transformado, ahora está digitalizado y puesto en números y declaraciones de los medios. La materia prima es el COVID-19 o «Coronavirus» quien ha pasado a ser un arma política. Está guerra biológica no busca matar a la mayor cantidad de personas sino reflejar los fallos y errores de cada país a dónde llega la enfermedad. Localmente, la oposición política «lanza el cadáver» al gobierno en turno mientras que el gobierno en turno buscar presumir cómo ha logrado controlar el ataque. La lucha llega también entre los estados de la nación y las colonias o municipios que estos tienen. Cada país utiliza sus medios para analizar quién es quién en la crisis. Aquellos con más peste (o coronavirus) pierden.

Aún no sabemos si la crisis sanitaria del 2020 se convertirá en el 9/11 de principios de siglo. Lo que si sabemos es que será un parteaguas en muchos aspectos sociales y económicos para los próximos años. Muchas de las características de las sociedades modernas podrían cambiar en los años venideros. La globalización, por ejemplo, ya había mostrado signos de deterioro en años previos. Esta crisis amplia la posibilidad de que las naciones cierren más sus puertas. Aunque el intercambio comercial y digital seguirá su curso, la transferencia de personas de país a país puede volverse más estricto.

Coronavirus y biopolítica

Biopolítica y orden social

La modernidad se rige bajo la organización de los Estados-Nación y su cooperación entre estos . Desde este poder local existe una constante comunicación entre países que operan más o menos bajo los mismos principios políticos y económicos. La crisis del 2020 ha revelado la fragilidad de estos Estados-Nación para eventos de cisne negro (aquellos eventos impredecibles y/o altamente improbables) por lo que cada país ha asumido una postura específica para combatir el enemigo escurridizo. Los países desarrollados parecen imitar lo que sus contrapartes hacen aunque no tengan total certeza de estar actuando correctamente. Alemania, España, Italia y EUA tienen miles de casos y una guerra mediática con sus ciudadanos y los medios de comunicación.

Tanta disparidad informativa ha creado un pánico que se transmite más rápido que el virus. Cientos de supermercados se atiborran de personas buscando abastecerse con la mayor cantidad de insumos posibles. A eso se suma la prohibición de salir a la calle por razones ajenas a la provisión de insumos alimenticios suprimió uno de los elementos básicos de la sociedad: la libertad de movimiento.

Este detalle no ha pasado desapercibido por intelectuales contemporáneos. Giorgio Agamben corrobora nuevamente su teoría, en el que expone que el soberano moderno es aquel que puede terminar con las leyes vigentes para hacer un estado de excepción. Por supuesto, para que haya este estado de excepción es necesario que exista un motivo suficientemente convincente para que la población la acepte.

«Aún más tristes que las limitaciones de las libertades implícitas en las disposiciones es, en mi opinión, la degeneración de las relaciones entre los hombres que ellas pueden producir. El otro hombre, quienquiera que sea, incluso un ser querido, no debe acercarse o tocarse y debemos poner entre nosotros y él una distancia que según algunos es de un metro, pero según las últimas sugerencias de los llamados expertos debería ser de 4.5 metros (¡esos cincuenta centímetros son interesantes!). Nuestro prójimo ha sido abolido.»

Giorgio Agamben, Sopa de Wuhan.

En Europa estuvieron reticentes a detener el flujo de personas hasta que empezaron a ver una expansión considerable del virus en sus respectivos países. Al contrario de lo que supondría la idea de la «Unión Europea» el cierre de fronteras y el toque de queda fueron casi unánimes en la zona. El gobierno de Alemania fue quizás el que más dudas tuvo respecto a este estado de excepción debido a su pasado fascista.

A esto se suma la fuerte discrepancia de los miembros de la UE para paliar las consecuencias económicas que vendrán en lo que resta del año. Las enorme diferencias fiscales entre países hacen que el bloque más rico se oponga a generar más deuda compartida en la que ellos saben que podrían terminar pagando. Aunque existen ya paliativos económicos para mantener el paro de diversas empresas, la incertidumbre sobre la duración del golpe económico mantiene en vilo a Europa. Esto se suma a la reticencia del gobierno para aplicar más seguimiento de la enfermedad mediante la tecnología a fin de no invadir la privacidad de sus ciudadanos.

Mientras tanto, los intelectuales y activistas políticos buscan usar el fenómeno de la pandemia para afirmar las ideas más alocadas de su pensamiento. Slavoj Žižek, uno de los pensadores de izquierda más populares de hoy en día no tardó en afirmar que posiblemente este suceso sea la «Técnica del Corazón Explotante de la Palma de Cinco Puntos» que aparece al final de la película de Kill Bill y que posiblemente le daría un paro fulminante al capitalismo.

«Pero quizás otro virus ideológico, y mucho más beneficioso, se propagará y con suerte nos infectará: el virus de pensar en una sociedad alternativa, una sociedad más allá del estado-nación, una sociedad que se actualiza a sí misma en las formas de solidaridad y cooperación global.»

Slavoj Žižek, publicado en Sopa de Wuhan, marzo,2020

De forma paralela, aparece otro pensador que también ha sido conocido popularmente por sus análisis sobre la sociedad del cansancio. Byung-Chul Han, filósofo surcoreano de formación filosófica alemana, quien enfrenta al pensador sloveno con una consigna totalmente opuesta.

coronavirus y biopolítica

Žižek afirma que el virus ha asestado al capitalismo un golpe mortal, y evoca un oscuro comunismo. Cree incluso que el virus podría hacer caer el régimen chino. Žižek se equivoca. Nada de eso sucederá. China podrá vender ahora su Estado policial digital como un modelo de éxito contra la pandemia. China exhibirá la superioridad de su sistema aún con más orgullo. Y tras la pandemia, el capitalismo continuará aún con más pujanza. Y los turistas seguirán pisoteando el planeta. El virus no puede reemplazar a la razón. Es posible que incluso nos llegue además a Occidente el Estado policial digital al estilo chino.

Byung Chul Ha, Sopa de Wuhan.

China parece encontrarse en una encrucijada. Por una parte, hizo uso de sistema de control y vigilancia de sus ciudadanos para frenar la pandemia en tres meses y empezar a abrir las fabricas que producen para todo el mundo en tiempo récord. Pero, por otra parte, está poniendo en duda la confianza de otros países quienes dependen de un sólo país para sus manufacturas. En un artículo publicado en Forbes el pasado primero de marzo, se pronostica el fin de China como hub o «fábrica del mundo» y abre la puerta a que las empresas diversifiquen los países para reducir el riesgo de parálisis total.

El gigante asiático tiene la tarea de resolver el problema internamente y ayudar a que otros países no tengan una crisis económica que le reduzca drásticamente su cartera de clientes. Si, hasta el momento, ha logrado controlar el virus, también será bajo la mirada crítica de países que se niegan a invadir la privacidad de sus ciudadanos y quienes formulan sus propias estrategias o siguen los consejos de la OMS para llevar el problema. Y es aquí en dónde entra la siguiente encrucijada del año maldito, eliminar aún más las libertades o dejar que la pandemia se convierta en un virus estacionario mientras dejas que la economía siga su curso ordinario.

En Suecia se intentó seguir esta estrategia con resultados mixtos. Alemania, hasta el momento, presume haber controlado la epidemia gracias a la enorme infraestructura hospitalaria y su capacidad para detectar los casos (aunque fue uno de los países con mayor número de muertos).

España e Italia son los grandes perdedores de Europa. La incredulidad de sus gobiernos ante la crisis sanitaria llevo a tomar medidas preventivas en un momento tardío y cuyos resultados fueron una enorme cantidad de infectados y muertos. Esto se suma al cierre de todos los eventos públicos y lugares de concurrencia que atraen a la mayoría de los turistas que sostienen buena parte de la economía local.

Los políticos no tardan en tomar los errores para atacar a sus contrincantes políticos y utilizan la crisis para hundir mediáticamente a sus enemigos. En marzo empiezan a surgir los primeros indicios de la popularización de la necropolítica. Derivado de las ideas del biopoder, la psicopolítica de Byung-Chul Han y el uso del término por Achille Mbembé en su libro On the Postcolony. La muerte como instrumento de poder y control. El control respaldado por el miedo a la muerte, contagiados, enfermos, y cualquier concepto que este emparentado con la idea del tanatos humano.

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Los buitres políticos y la necropolítica

Después de una guerra quedan los cadáveres. Muertos que son un festín para los buitres. Al momento que se escribe este post (11 de mayo) los números de contagiados a nivel mundial observan un reducción porcentual considerable. Lo que no ha disminuido es el interés de los medios de seguir hablando del problema de la forma más escandalosa a fin de generar clics o cambiar de bando a la población. El miedo subyace debajo de la noticia. Si el problema empieza a perder poder real de destrucción, lo que quede será útil para eliminar a los enemigos políticos incómodos. Ahora se utilizan otras formas virales de propagación que no son biológicas. Activistas políticos se hacen las mismas preguntas:

«¿Cómo puedo usar esta tragedia para traer más gente a mi causa?»

«¿Será posible usar la pandemia para derrotar a Trump en las elecciones de este año?»

«¿Podré relacionar el virus con mi teoría veganista del mundo?»

«¿Será este el remedio para terminar con mi antagonismo hacia el capitalismo?»

La ética política se desvanece y la anarquía de las ideas prevalece, usando elementos multimedia o rumores propios de las teorías de conspiración, en la necropolítica todo es válido. El miedo a la muerte es lo suficientemente fuerte para ganar adeptos. Dada la dificultad de tener un pensamiento crítico, damos por hecho cualquier elemento electrónico que concuerde con nuestro punto de vista aunque nos neguemos a creer que está sesgado. Las redes sociales (Facebook, Twitter e Instagram) modifican sus algoritmos de tal forma que solo nos muestra elementos ideológicos con los que estamos de acuerdo.

Un vegano verá post de sus otros amigos veganos y Facebook dejará de lado algún otro contacto de la infancia que tengamos agregado y postee una hamburguesa. Así para nuestra ideología política, gustos deportivos y afiliaciones religiosas. Esto anima a los usuarios a convencerse cada vez de sus propias ideas mientras que el virus electrónico disfrazado con ideologías, memes y cadenas de Whatsapp.

Tal cuál dijo un colega en su post Coronavirus: Del estado de excepción y el bio-poder a la virotecnia, el virus es tanto biológico como psicológico. El encierro está afectando a todos, sin importar su clase social. Al ser global, tendrá efectos todavía más profundos que el 9/11 en el que la ciudadanía de Estados Unidos estuvo bombardeada con noticias al respecto por varios meses mientras que tres estados sufrieron los atentados, ahora, casi todos los rincones del planeta se encuentran afectados y las noticias al respecto ya acumulan varios meses.

En el post citado anteriormente, el filósofo recalca la ironía de la vida moderna al designar a uno de sus peores enemigos con un término que nos resulta tan familiar: la viralización:

Es irónico que la primer catástrofe de las generaciones post-internet sea uno de un carácter tan familiar: la viralización. Comenzamos a notar que el verdadero bio-poder lleva esta estructura viral, de desdoblamiento imparable.

Victor G., Coronavirus: Del estado de excepción y el bio-poder a la virotecnia

Los elementos que ahora mueven la acción social en el mundo se desatan como virus. Una interminable fila de fichas de dominó que parecen estar interconectadas y que solo necesitan un evento para desatarse. Se replica según su atractivo y genera protestas y opinión masiva. Y dado que un virus biológico se combina con una sociedad replicante y memética, basta un evento para que otra catástrofe suceda.

Esto es lo que veníamos advirtiendo desde la década pasada. Un mundo en el que no podemos construir un pensamiento constructivo, científico y de la menor dosis ideológica posible, el mundo de antes, ese que NO alabamos en este blog, volverá. Gente que desconfía del pensamiento racional, ideologías totalizantes que atacan físicamente a todos aquellos que opinen distintos a ellos. Movimientos que afectan a la sociedad por completo, pueden explotar hasta colapsar civilizaciones completas(tema del cuál hablaremos en otro post). Los antivacunas ya causaron un regreso de las enfermedades que anteriormente estaban erradicadas, la misma gente también genera desconfianza frente a la futura vacuna del COVID-19 y seguramente estará detrás de atentados contra las torres de 5G.

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El cambio de década y de generación

El cambio de década está afectando el Zeitgeist de las generaciones más jóvenes. Los influencers más populares están perdiendo patrocinios debido a que ya no están generando contenido interesante para las marcas. La cantidad de fotos que pueden tomarse en el interior de un lugar son limitadas. A falta de patrocinios empieza a haber una caída en los ingresos de los influencers y la crisis en la actividad se manifiesta. Ahora tendrán que reinventarse o buscar otra fuente de ingresos que les garantice el mismo estilo de vida que tenían. El consumo en experiencias era lo que sostenía la industria y ahora no es posible obtener esas experiencias si el mundo está confinado en sus hogares. Sin eventos públicos masivos, lugares exóticos o lugares instagrameables, ¿cómo se diferencia su vida de la de todos los demás?

La generación Milennial fue también la primer generación después de sus padres que tiene menor acceso al bienestar previo. Más dificultad para comprar casa, tener un trabajo estable y un menor valor de los estudios oficiales. La crisis del 2008 sepultó la posibilidad de que esto cambiará en el futuro. Los jóvenes se volcaron por intercambiar sus objetos de deseo y la definición que se tenía del éxito. En lugar de una casa, voltearon a ver a sus celulares y cambiaron los coches por los viajes y las experiencias.

A nivel global existió un deseo generalizado por emprender para compensar los enormes niveles de desempleo que hubo en los años siguientes. Cuando la generación alcanzó la mayoría en edad laboral se volcaron a observar las injusticias de su época y a criticar por ellas. La desigualdad social y el papel de los individuos en el ecosistema fueron los temas más tocados en la década pasada.

Bajo estas condiciones surge la pandemia global que sepulta en pocos meses miles de muertos y empleos. Hasta el momento existen ya más de 30 millones de desempleados en Estados Unidos y la cantidad sigue en aumento. Dado que ahora el sector de las experiencias, el refugio generacional fue afectado, las crisis emocionales salen a flote. ¿Ahora cuál será el medio de escape de la generación condenada? ¿A dónde se irán los deseos de los jóvenes que nos preceden? Hay muchos de los llamados centennials o Zs que están entrando al campo laboral en condiciones similares a las del 2008, estos ya no tienen la opción del capitalismo de experiencias como viajes o triunfos como influencers.

Lo que sigue después de la pandemia biológica podría ser una pandemia psicológica. Jamás hemos estado encerrados durante tanto tiempo en nuestras viviendas. Nuestra capacidad para socializar se irá a pique y combinado con una depresión económica podría llevar a la depresión psicológica a millones de personas.

En fin, tendremos seguramente una segunda parte de este tema según veamos se siga desenvolviendo a lo largo de este fatídico 2020. Por lo pronto les dejamos el episodio correspondiente al tema, discutido con el Dr. Ignacio Pérez Barragán.

Para saber más en el blog:

Entre el terraplanismo, los antivacunas y el neomodernismo

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3 replies on “Coronavirus, biopolítica y el mundo del futuro”